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El latinobarómetro

Juan Carlos Núñez Armas*

La opinión pública suele definirse como el conjunto de juicios de personas que, independientemente del gobierno, influyen en la política y sus decisiones. El Informe Latinobarómetro es un estudio de opinión pública que se aplica anualmente con alrededor de 20 mil entrevistas en 18 países, entre ellos México, y representa la opinión de 600 millones de habitantes.

Las conclusiones de este amplio estudio suelen ser muy interesantes para quienes analizamos la política. La información que genera nos permite ver que los acontecimientos en nuestro país no son tan ajenos a los de otras latitudes. Incluso en nuestro entorno estatal se comparten fenómenos como el egoísmo de las élites (cada vez más evidente), la escasez que enfrentan las mayorías y la automatización de parlamentos que apoyan ciegamente al ejecutivo en turno. Así como el aumento de movimientos de inconformes y la aparición de nuevos partidos.

Las/os ciudadanas/os concluyen, por su parte, que no toleran gobiernos que defiendan intereses de unos pocos y que concentren riqueza en pocas manos. Tampoco la ausencia de impartición de justicia, la debilidad de garantías civiles, la existencia de privilegios o la restricción de la pluralidad. La crítica de las/os ciudadanas/os a la democracia se incrementa paulatinamente. Volvemos a confirmar que la democracia no es suficiente para alcanzar satisfacciones ciudadanas. La pandemia ha desnudado al poder. El virus puso en la pantalla del smartphone todo lo importante y relevante para nuestra supervivencia, así como el conocimiento de cómo se manejó la pandemia en el país vecino y en el más alejado. De esta posibilidad de conocer qué sucede más allá de nuestras fronteras, la pandemia ha contribuido a que muchas/os digamos “yo quiero ser igual” cuando descubrimos mejores formas de hacer las cosas.

La crisis sanitaria parece haber incrementado el sentimiento de que no podemos seguir sin la necesidad de desmantelar las desigualdades y la discriminación. En algunas latitudes pareciera incrementarse la idea de que necesitamos líderes (específicamente machos alfa) que nos salven de la incertidumbre, no sólo económica, también respecto a la salud de la humanidad, y entonces, paulatinamente, avanzan los populismos y las autocracias para sustituir a la que consideramos decadente democracia.

Los gobiernos, dice el reporte -titulado este año Adiós a Macondo porque las/os ciudadanas/os se incorporaron al mundo globalizado a través de su smartphone-, no tendrán segunda oportunidad. En 2021 hemos visto cómo los hiperpresidentes, con altos niveles de aprobación, han mostrado sus debilidades y algunos se han convertido en sub-presidentes. El rechazo al desempeño y la mala gestión de la pandemia es más que evidente. Los gobiernos no tienen oportunidad de seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes, hemos aprendido a desechar presidentes, el desencanto de la política es común, la crisis de representatividad, la incapacidad de desmantelar la desigualdad y la discriminación.

No obstante, el informe resalta que “La crítica de los ciudadanos a la democracia es una demanda de democracia… estamos en una demanda de libertad que romperá todo lo que tiene que romper para llegar a puerto. El puerto se llama democracia plena y el camino son las calles llenas de ciudadanos protestando”. Y así lo demuestran las cifras. Por ejemplo, el apoyo a la democracia en nuestro país creció de 2018 a 2020 en 5%, para situarse en 43%, recordemos que el máximo histórico, en 2002, fue 63%. Llama, desde luego, la atención que hoy al 26% de nuestras/os conciudadanas/os les daría lo mismo un régimen democrático que uno autocrático, el segundo porcentaje más alto después de Paraguay.

El porcentaje de quienes prefieren la democracia es muy similar entre hombres 56% y mujeres 54% y les es indiferente a 28% de hombres y 31% de mujeres. Más todavía, al 15% de los entrevistados les es indiferente tener un gobierno autoritario. Las personas mayores de 61 años prefieren la democracia más que los jóvenes. Yo diría que, como resultado de que nos tocó conocer al gobierno autoritario y de partido único. Los jóvenes no lo vivieron, quienes están entre los 18 y 29 años, han pasado toda su vida adulta, o toda su vida, en democracia, débil y perfectible, pero democracia. Aun así, el 47% prefiere la democracia y saben que tiene problemas, pero es el mejor sistema de gobierno para un 57%.

Es también pertinente comentar el crecimiento de las opiniones de personas que aceptarían un gobierno militar en un 55% y un gobierno no democrático, pero que resuelva los problemas 52%. Y finalmente, si hay dificultades, el 40% de los ciudadanos prefiere que el presidente controle los medios. Para concluir, basta decir que el 33% de los mexicanos, de acuerdo con este estudio, está muy satisfecho con la democracia y el 10% se siente insatisfecho porque consideran, en 67%, que el gobierno es para los poderosos.

Hasta aquí mi análisis.  Cualquier consideración que mis lectoras/es tengan es bienvenida. Recuerden que siempre es importante trasmitir nuestra opinión y comunicarla para impulsar la idea sobre dónde y cómo queremos vivir. Si aspiramos a un régimen de libertades (que sólo florece en democracia), no nos dejemos llevar sólo por las noticias en medios o en las redes, hagamos un análisis sobre las mejores oportunidades para desarrollarnos tanto individual, como familiar y socialmente. Externalícelo y coméntelo con su círculo más cercano, familia, amigas/os, trabajo y vecinas/os, asuma un liderazgo de opinión, como probablemente lo ha querido, y abra el debate. Los defectos de la democracia, ¿se deben corregir asumiendo nuestra responsabilidad ciudadana o la apuesta en un régimen militar o autocrático que limite (o incluso cancele) libertades?

El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

Twitter @juancarlosMX17

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