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OFF THE RECORD

Toluca, Edomex. 22 de junio de 2016.- Los cambios en la dirigencia nacional del PRI pueden representar la coyuntura ideal para que el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto sufra ajustes estructurales. En el último tercio de su administración, el gobierno peñista valora la posibilidad de entrar a una nueva etapa en la que puede fortalecer la presencia de políticos mexiquenses y replegar su estrategia de sucesión electoral, con su equipo más leal, cercano y de mayor confianza. Los cambios podrían venir incluso antes de su cuarto informe.

En la lógica de los ajustes, Peña entiende que la catástrofe electoral no fue responsabilidad de un solo hombre, en este caso Manlio; ni estuvo vinculado a un solo factor. En la valoración final de las derrotas, Enrique Peña tiene elementos para prescindir de los autores de la debacle, aunque eso incluya algunos de sus precandidatos presidenciales. Manlio era una de las cartas priístas en la sucesión de 2018, y se ha hecho a un lado. Falta por ver si será el único aspirante presidencial sacrificado.

Eruviel Ávila
Eruviel Ávila

A propósito de ajustes, en el gobierno de Eruviel Ávila transita por la misma valoración. Eruviel ha llegado al último año de su mandato, y los cambios que pueda hacer en su gabinete deberán conducir a fortalecer su estrategia electoral para la renovación de la gubernatura. En el entramado priísta, requerirá de los mejores operadores políticos, no sólo en el partido sino en el gobierno. Los resultados electorales de 2015 en tierras mexiquenses no fueron los más alentadores, y la competencia hacia el 2017 será doblemente difícil.

Está claro que las elecciones del año entrante han comenzado a marcar la toma de decisiones de todas las fuerzas políticas. En agosto se prevé la renovación de la dirigencia estatal del PAN, con lo que la correlación de fuerzas al interior del panismo pudiera modificarse y tambalear la hegemonía del Grupo Tlalnepantla, que encabeza Ulises Ramírez. La sucesión presidencial en manos de Ricardo Anaya y Margarita Zavala incidirá en que Ulises se fortalezca o se debilite. En esa coyuntura, los doctrinarios que encabeza hoy Edgar Olvera en Naucalpan, o los neopanistas plegados a Enrique Vargas en Huixquilucan, podrían asumir nuevos liderazgos en el partido.

Lo mismo ocurrirá en el PRD, con la dimisión de Agustín Basave. La posible llegada de Pablo Gómez a la dirigencia nacional del PRD podría construir nuevas condiciones entre las tribus dominantes del perredismo estatal. La elección del Estado de México no será un laboratorio de la elección presidencial, pero sí se convertirá en la batalla de mayor importancia previo a los comicios de 2018. No sólo es la tierra del peñismo sino un termómetro político de la aceptación o rechazo de las fuerzas políticas.

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