Toluca, Edomex; 19 de marzo de 2021.- El sur del Estado de México siempre ha sido una región abandonada, alejada de la acción del gobierno, de la infraestructura urbana y del desarrollo económico. Por su geografía y sus condiciones climáticas, ha sido, además, proclive a la proliferación de actividades delictivas. Ahí, el cultivo y el trasiego de drogas ha sido una circunstancia inherente a la tierra caliente, en la zona limítrofe de la entidad mexiquense con Michoacán y Guerrero; y por eso su resistencia y repulsión a toda autoridad.
En los últimos años, las fuerzas policíacas y ministeriales tienen ahí una presencia desigual, y eso se ha traducido en repetidas emboscadas y el asesinato de varios agentes policíacos. Lo cierto es que, las autoridades avanzan lentamente si se toma en cuenta que la reconstrucción del tejido social no puede limitarse a las tareas policíacas. La inversión presupuestal siempre ha privilegiado las dos zonas urbanas: el Valle de México y el Valle de Toluca; seguido por la región norte, donde se asienta la clase gobernante mexiquense. El sur siempre ha esperado la acción del estado, y eso se refleja en su entorno.
Tras los enfrentamientos registrados ayer, con el registro de 13 agentes acribillados, y más allá del pronunciamiento de sus titulares Rodrigo Martínez Celis y Alejandro Gómez Sánchez; lo que llama la atención son elementos de la Policía Estatal y de la Fiscalía General de Justicia quienes expresan su preocupación y su indignación en la conversación a tierra, de quienes cotidianamente salen a operativos y tareas de campo de alto riesgo.
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La renuncia de Raúl Ortiz en la contienda de la rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México no puede tomarse como una decisión casual. La tradición de la sucesión universitaria apunta a la búsqueda de tener un candidato único hacia la elección que ocurrirá el próximo 14 de mayo. Más allá de las decisiones personales aludidas por el exabogado de la UAEMex, está claro que se pretende evitar una ruptura en la definición del Consejo Universitario.
Cuando faltan casi 50 días para la sucesión del rectorado, se anticipa que siguen los “jaloneos” en la toma de decisiones para incidir a favor de una candidatura de unidad. A pesar de su autonomía, lo que está en juego es una decisión política, y los aspirantes que prevalecen, Yolanda Ballesteros y Carlos Barrera, apuestan más a sus vínculos personales, sobre el desarrollo de sus comparecencias en los espacios educativos. Cada uno, dice ser el ganador.
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Una nueva tarjeta y un nuevo programa social. Cuando faltan menos de 80 días para la elección, el gobierno delmacista ha comenzado a repartir un apoyo para campesinos mexiquenses, el llamado voto verde, identificados como los electores más cautivos del priísmo mexiquense. El esfuerzo parece a destiempo.
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