Toluca, Edomex. 10 de enero de 2017.- Andrés Manuel López Obrador, pese a sus esfuerzos por vender la idea de ser un político distinto a lo que denomina la “mafia del poder”, es cierto que tampoco es el más demócrata en sus decisiones. Desde hace meses, se sabía que el dedo flamígero -tan apegado a las prácticas priístas- se había decantado a favor de Delfina Gómez como su candidata a gobernadora por parte de Morena. La actual diputada federal, en cuestión de dias, formalizará su postulación a la gubernatura mexiquense por imposición lopezobradorista, por encima de la opinión de su militancia.
En 2005, en la víspera de su primera candidatura presidencial, el todavía perredista, López Obrador apostó por la candidatura de Yeidckol Polevnsky a la gubernatura mexiquense. Una candidatura fallida por un cambio de identidad de quien se llamara Citlali Ibañez, fue apabullada en un vergonzoso tercer lugar. Un año más tarde, Andrés Manuel le pagó el sacrificio electoral a la líder empresarial de Canacintra, al convertirla en senadora por el Estado de México. Actualmente, Yeidckol es secretaria general de Morena.
Hacia 2011, López Obrador ya construía su segunda candidatura presidencial bajo el arropo del PRD. Para el Estado de México, impulsó la candidatura de Alejandro Encinas, originario de Texcoco, pero quien había sido jefe de gobierno del extinto Distrito Federal en sustitución de Andrés Manuel durante 2006. Encinas arrebató el segundo lugar, pero muy lejos del priísta Eruviel Ávila. Un año después, López Obrador ofreció a Encinas el mismo pago que a Yeidckol. El texcocano fue electo senador por el Estado de México. Actualmente, también es miembro de la Asamblea Constituyente de la renovada Ciudad de México.
A un año de la elección presidencial, en la antesala que apuntalan las preferencias a favor de López Obrador, el dirigente nacional de Morena ha dispuesto que la candidata sea Delfina Gómez. Andrés Manuel reconoce que tendrá una elección complicada y compleja frente al aparato gubernamental y la maquinaria electoral priísta. La apuesta es construir un entramado que le alcance lo suficiente para ganar la elección del año entrante. A Delfina, tras una posible derrota, podría esperarle la candidatura senatorial el año próximo, como ya ocurrió con Yeidckol y Encinas.
A López Obrador no le distingue un espíritu democrático. Difícilmente podría cuestionar una eventual candidatura de Alfredo del Mazo por razones de su estirpe. Andrés Manuel también fomenta la dinastocracia como una forma de gobernar y heredar el poder. No es gratuito que su hijo, José Ramón López Beltrán, sea el delegado de Morena en el Estado de México. No se puede atribuir a que el partido no tiene cuadros capaces ni suficientes. La élite política actúa con las mismas formas en todos los partidos políticos.
Morena no amarrará alianzas con ningún partido político. Necesita medir por sí mismo su estructura electoral. En los comicios del 2015, el partido de López Obrador se consolidó como la cuarta fuerza electoral del estado. La apuesta con Delfina Gómez es mínimamente desplazar al PRD al cuarto lugar, y escalar sostenidamente en los votos globales en la elección de junio próximo. En un escenario fortuito, la oposición podría desfondarse por su falta de credibilidad, al tiempo que Delfina concite una polarización electoral en contra del partido oficial y su candidato. En ese escenario, López Obrador apostaría a dar una sorpresa contundente en la tierra natal de Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco.
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