Toluca, Edomex. 02 de febrero de 2017.- Aunque el PRI ha definido su candidato único a favor de Alfredo del Mazo Maza, el gobierno mexiquense sigue atento los demás procesos de selección interna. La injerencia de la clase gobernante pretende incidir en la definición de los candidatos de PAN y PRD. En la medida en que la oposición postule candidatos a modo, el priísmo aumentará sus posibilidades de triunfo y su margen de victoria. La connivencia entre la oposición y el priísmo mexiquense ha sido una condición constante y sistemática.
En el panismo prevalece la incertidumbre. El presunto acuerdo entre Ricardo Anaya y Enrique Peña Nieto, hace suponer que con todo y la candidatura de Josefina Vázquez Mota, el panismo está dispuesto a ceder la plaza electoral del Estado de México a cambio de la Presidencia de la República en 2018. El mejor escenario para el PRI, es que desde el PAN se lance a Ulises Ramírez, un candidato dispuesto a perder para salir ganando. Las componendas del poder han enriquecido a Ulises Ramírez en las últimas dos décadas.
Desde el PRD parece irreversible la candidatura de Juan Zepeda. Miembro de la tribu Alternativa Democrática Nacional (ADN). Parte de una élite política que pregona con la izquierda pero que gusta vivir como la derecha. Si para el PRI, el Estado de México se ha convertido en su último reducto de poder, el PRD puede ceder su estrategia electoral por conservar su bastión mexiquense: Neza. La candidatura de Zepeda conjuga a los intereses priístas por conservar el poder.
Por si fuera poco, de la mano perredista juega la alianza con el Partido del Trabajo. El dueño de la franquicia del PT, Óscar González apuesta al mejor postor. Es un brooker de la política mexiquense, acostumbrado a los privilegios del poder público. Desde el PT, difícilmente se pondrá en riesgo la victoria priísta que tanta estabilidad política le ha dado a un partido acostumbrado a vivir de las prerrogativas. González Yáñez es otro factor de incidencia a favor del priísmo.
En Morena, los radicalismos de López Obrador hacen suponer un menor margen de maniobra para favorecer al PRI. Sin embargo, en el priísmo siempre hay espacios de negociar o corromper. La genuina candidatura de Delfina Gómez tiene una mínima posibilidad para incidir a favor del grupo en el poder. El padrinazgo de Higinio Martínez y su injerencia en la candidatura de Delfina, ponen de manifiesto la capacidad del PRI por abarcarlo todo. Desde el PRI mexiquense, hasta Morena es vulnerable en su apuesta electoral.
Higinio ha sido un hombre de una inquietante cercanía con el poder. Candidato a gobernador en 1999, ganó demasiado tras su fracasada derrota. Obtuvo grandes dividendos de poder en los sexenios de Montiel, Peña y Eruviel. Ha pasado del PRD a Movimiento Ciudadano, y ahora en Morena. Su vigencia en el ejercicio del poder demuestran su capacidad de adaptación y negociación. El PRI puede sentirse seguro, mientras Higinio esté detrás de Delfina y Morena.
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