Juan Carlos Núñez Armas*
Estamos a la mitad de las campañas y entre más escucho a las/os candidatas/os y a sus dirigentes, más me convenzo de que todas/os van a ganar. Esta situación contradice la más elemental lógica. Ciertamente hay quien asume su versión (datos) como verdad y presenta algo que llamo “el síndrome del candidato”: todas/os lo reciben bien, todas/os le manifiestan su apoyo y terminan convenciéndose de que las/os ciudadanas/os que vieron (que al final habrán sido muy pocas/os en comparación con el total) le darán su apoyo.
En cualquiera de los casos es frecuente ver publicaciones de encuestas muchas de ellas, francamente alteradas y otras en las que sólo nos enteramos de la información que el autor/a de la publicación nos quiere mostrar. Al final, nos quedamos, efectivamente, sin conocer la realidad que está en la mente de las/os electoras/es y que se expresará en el momento que tenga frente a sí la boleta electoral.
Debemos tener claro que una encuesta es una técnica que utiliza procedimientos para recoger datos, analizarlos y, a través de ellos, explorar, describir, predecir y/o explicar un hecho social. Las encuestas las hay para diversos fines. Aquí nos referiremos exclusivamente a las electorales. Estas encuestas tienen diversas utilidades: informar, revelar engaños, comunicar, controlar, corregir y sobre todo planificar. Los usos que se le pueden dar a este instrumento de demoscopia deben, ante todo, servir a la “reflexivilidad social”. W. I. Thomas dice que esto no es otra cosa que la posibilidad que un/a ciudadano/a tiene de generar un mecanismo de reacción sobre sus propias ideas, a partir del conocimiento y reflexión personal sobre la opinión pública. En mi opinión es el principal elemento que aportan las encuestas.
Las encuestas las hay personales, telefónicas y en la web. El académico Luis A Gálvez Muñoz, en su artículo “Las encuestas electorales y el debate sobre su influencia en las elecciones” publicado en la Revista mexicana de opinión pública, nos dice que estos instrumentos demoscópicos pueden ser mecanismos de influencia en cada elector/a dependiendo de 1) la lógica de las reticencias, es decir, al conocer la opinión publica de las/os ciudadanas/os puede afectar su autoestima según lo que piensan y negar la influencia de una manera racional y 2) las/os electoras/es no suelen estar plenamente conscientes de la influencia de las encuestas.
Las encuestas generan, de acuerdo con Gálvez Muñoz, varios efectos. El primero es sobre la dirección del voto, que se traduce en apoyar al que parece el ganador, o en apoyar al que parece perdedor, o apoyar al que parece va subiendo consistentemente o en su caso emitir un voto útil a la causa. El segundo efecto es sobre la participación electoral, que bien puede consistir en la relajación electoral, esto es, si ya está definida la elección mi voto parece ser poco significativo, o bien de desánimo, en otras palabras, para qué voy a votar si ya está definida la elección; también puede ser de movilización táctica, un voto antisistema o de protesta o para demostrar que se tiene libre albedrío y que las encuestas están equivocadas y en consecuencia salir a votar.
Por supuesto, como cualquier instrumento de medición de la opinión pública pueden tener fallas, desde la metodología empleada, la selección de la muestra que afecta la precisión de las respuestas, errores de los entrevistadores, incluso de las firmas que levantan y administran las encuestas. Otras más tienen que ver con el tiempo en que se levantan y entonces nunca nos definen quiénes son los indecisos y cómo definen su participación el llamado “día D”. Otras fallas suelen ser la publicación de las encuestas que no terminan de explicar la totalidad de elementos decisivos y sólo publican lo conveniente.
Cualquiera que sea el caso, amables lectoras/es, lo cierto es que los efectos que se buscan al publicar una encuesta pueden resultar en sentido contrario, de tal forma que se contrarresta y anula por sí mismos. Las/os interesadas/os siguen en la red publicando seudo encuestas sin que estén reguladas, que muchas ocasiones son falsas y este es un peligro para la difusión libre de estas publicaciones que no citan fuente ni patrocinador del instrumento demoscópico.
En este caso me permito recomendarles que, como ciudadanas/os responsables se informen en sitios serios, como el promovido por la UNAM y el (tan golpeado) INE, junto con diversas organizaciones de la sociedad civil: https://votoinformado.unam.mx/ Es un muy buen sitio para mantenerse al tanto de lo que ustedes quieran saber, por ejemplo, la ideología de los partidos y las propuestas electorales de las/os candidatas/os en su distrito. Una vez que hagan esto estarán más preparadas/os para determinar su voto y plenamente conscientes de qué es lo mejor según sus intereses. Cuanta más información válida tengan, mejor sabrán qué esperar de las/os candidatas/os y cómo exigir rendición de cuentas a quienes se alcen con el triunfo.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
Twitter @juancarlosMX17
Facebook Juan Carlos Núñez Armas