Francisco Ledesma / Morena: la falta de dirección
Morena se consolidará como la primera fuerza política del Estado de México por tercera elección consecutiva, y a pesar de ello, resulta preocupante para su futuro inmediato que carece de una dirigencia estatal que fije postura sobre la agenda pública de la entidad, concite los intereses de los grupos políticos del partido e incida en la definición de las próximas candidaturas.
La ausencia de un comité estatal sólido se refleja en la confrontación permanente entre los dos grupos de interés mayoritario: Higinio Martínez, como líder moral del Grupo de Acción Política (GAP) y Daniel Serrano, como dirigente de Los Puros, quienes parecen ser los voceros oficiales de Morena en la entidad; y los interlocutores políticos válidos para cualquier instancia gubernamental.
Se trata de los mismos liderazgos que en septiembre de 2019 mostraron sus aspiraciones por dirigir a Morena en el Estado de México, pero cuyo proceso de selección quedó suspendido ante la falta de civilidad política. En distintas asambleas por renovar su consejo estatal, las facciones morenistas dieron muestra de su falta de democracia interna, al replicar las peores prácticas de las tribus perredistas, en donde sus liderazgos más visibles tuvieron su origen.
A la distancia, Higinio defenderá sus espacios políticos que le permita el control presupuestal de una veintena de ayuntamientos en los cuales incida con otros cargos públicos; además de la mitad de los distritos electorales, que le facilite el control de la agenda de la Legislatura estatal por los próximos tres años.
En tanto, Serrano buscará ampliar el margen de maniobra de su grupo político; y disminuir la presencia de expanistas y expriístas que desplazaron a los fundadores del partido, en un pragmatismo electoral que no comparte.
Durante las últimas dos elecciones, los grupos de interés del Estado de México lograron disciplinarse por la presencia permanente de José Ramón López Beltrán -hijo de López Obrador-, quien se encargó de revisar la organización del partido, conciliar las diferencias de los grupos políticos y definir candidaturas que permitieran garantizar el triunfo. En esta ocasión, José Ramón ha decidido ausentarse de las decisiones de Morena para evitar un desgaste político en la figura presidencial.
Se puede advertir que será la dirigencia nacional encabezada por Mario Delgado, quien defina a los próximos candidatos a alcaldes y diputados locales. Por esa razón, desde septiembre pasado, tanto Higinio Martínez como Daniel Serrano han pretendido un acercamiento político para incidir en la toma de decisiones que repartirá las posiciones de poder público.
En las últimas semanas, la dirigencia nacional de Morena ha dado muestra de su incapacidad para generar consensos políticos en otros estados, cuyos descontentos han comenzado a generar divisiones internas, derivado de la opacidad de sus encuestas para definir a sus candidatos a cargos de elección.
La ausencia de un comité estatal visible también preocupa a las bases morenistas, por la falta de organización que les permita tener representación en las casillas; además de movilizar a sus estructuras electorales el día de la elección con el único propósito de consolidar a Morena como primera fuerza.
En resumen, Morena llega como favorito en distintas encuestas electorales para sortear su primera elección desde el poder presidencial, sin embargo, el abstencionismo de los comicios intermedios, la capacidad de organización de otros partidos y la falta de unidad interna, pudieran dar una sorpresiva e indeseable derrota cuando lo que está en juego es cimentar las bases electorales de la sucesión de la gubernatura en un par de años.
La tenebra
Las encuestas de Morena son el proceso de simulación para imponer candidatos. Son tan opacas como la acreditación del examen de conocimientos Reyes Heroles del PRI que sólo reparte entre los elegidos, o como los métodos de postulación del PAN que decide la cúpula más doctrinaria.
No son iguales, pero como se parecen.