Al interior del PRI se están despedazando. Es la única y última alternativa de quienes se sienten desplazados para acceder a las candidaturas han encontrado para descarrillar a sus contrincantes. La fractura interna es una seria amenaza. La dirigencia estatal que encabeza Raúl Domínguez Rex ni ata, ni desata. La secretaria general Martha Hilda está más ocupada en su proyecto personal, que en asuntos del partido. Hay falta de liderazgo, de operación política, de firmeza en las decisiones. Los aspirantes no saben con quién acudir, ni siquiera quién va a palomear. La incertidumbre prolifera, y la guerra sucia es una actividad rutinaria.
En la oposición se frotan las manos. PAN y PRD ya buscan acercamientos con quienes saben que no serán los abanderados priístas, y bajo diversas circunstancias hacen ofrecimientos políticos para que emigren a sus partidos. La ambición del poder por el poder, y la falta de acciones que cicatricen las rupturas podrían generar un colapso mayor. El riesgo de perder los municipios que ayer se recuperaron es algo más que un simple escenario electoral, y podría convertirse en una insufrible realidad, más cuando el candidato presidencial del partido es mexiquense.
En Naucalpan, los diputados federales Sergio Mancilla y David Sánchez Guevara libran una soterrada lucha para ventilar sus nexos políticos y empresariales. Sus vínculos públicos y los que mantienen en privado. A esa tribal guerra se suma, la profunda división que mantiene la actual alcaldesa Azucena Olivares con el grupo de Enrique Jacob. Se trata de diferencias irreconciliables que ponen en riesgo la elección de julio próximo. Azucena y Jacob saben que no podrán decidir quién será el sucesor, pero buscan por todos los medios imponer su derecho de veto para evitar que se impongan cotos de poder ajenos a sus intereses de grupo.
En Huixquilucan, las cosas no pintan distintas. Carlos Iriarte fomenta una profunda polarización cuando compara su trayectoria política con el empresario Pablo Peralta. Mientras que en Internet circula la versión de que Juan Millán -el secretario del Ayuntamiento- registró en 2002 ante el IFE la Agrupación Política Nacional denominada «Conciencia Política» que actualmente forma parte del Partido Acción Nacional. El acta constitutiva trae consigo la firma de Juan Millán, quien acarrea un problema de residencia por ser originario del Distrito Federal, y ahora se le achaca un panismo oculto, que hoy intenta revertir para ser candidato del PRI.
En Toluca y Metepec, parece que se ha encontrado la fórmula para generar candidaturas de unidad. Martha Hilda González Calderón y Carolina Monroy del Mazo son las candidatas naturales a dichas presidencias municipales. Buscan suceder a otro par de mujeres priístas, que no está de más decirlo, dejaron botados sus cargos para buscar -bajo el síndrome del «chapulín»- un nuevo puesto de elección popular. Los resultados en ambos municipios no dejan satisfechos a muchos, frente a los índices de criminalidad crecientes, servicios públicos deficientes, y un ambulantaje que proliferó como en los tiempos de la más ramplante corrupción.
El Instituto Electoral del Estado de México ha comenzado una inédita campaña de promoción del voto mediante diversas pláticas en preparatorias y universidades. Se estima que el 18 por ciento del electorado oscila entre los 18 y los 24 años. Fenómeno interesante será ver por quién votarían los jóvenes, y a quién le conviene la estrategia de abatir el abstencionismo. El sospechosismo electoral no deja de aparecer en todos lados, y de generar suspicacia por doquier. Aunque rescatable es que el órgano electoral busque otros mecanismos de promocionar el voto, frente a las limitaciones de comprar espacios en radio y televisión.