Redacción
Frente a la falta de operación política para apaciguar el conflicto interno entre priístas que causaba el otorgamiento de 4 senadurías al PANAL, junto con el exceso de confianza por la preferencia electoral que trae consigo el precandidato presidencial Enrique Peña Nieto, fueron los factores determinantes para que el PRI rompiera con el partido de Elba Esther Gordillo que tiene en una nueva encrucijada al equipo electoral del ex gobernador mexiquense puesto en jaque desde el pasado mes de noviembre.
Desde el registro como precandidato a la Presidencia de la República de Enrique Peña Nieto, no hay semana en que el originario de Atlacomulco enfrente situaciones negativas que merman sustancialmente su posicionamiento electoral. Circunstancias como la renuncia de Humberto Moreira, sus fallidas respuestas en la Feria Internacional del Libro, el uso irracional de twitter de su hija Paulina Peña, su desconocimiento del precio del kilo de la tortilla, y hasta los conflictos maritales de su tutor político Arturo Montiel parecen ensombrecer sus esfuerzos proselitistas.
La noche del viernes, quizá fue la más larga para Enrique Peña, desde que dejo la gubernatura del Estado de México ante la ruptura aliancista con la maestra Elba Esther Gordillo, y el peso electoral del Partido Nueva Alianza que se calcula en cerca de tres millones de votos; a eso habría que sumar los cerca de dos millones de votos -tres puntos porcentuales- que descendió durante el mes de diciembre por sus errores en la FIL de Guadalajara.
La falta de operación política entre Luis Videgaray Caso -coordinador de campaña de Enrique Peña- con Luis Castro Obregón -dirigente nacional del PANAL- fueron los factores de desgaste para que Elba Esther Gordillo decidiera de forma tajante abandonar a Peña Nieto, y buscar un mejor postor en el panismo, que aún está sin definir a su candidato presidencial.
El mismo fin de semana, tanto Ernesto Cordero como Josefina Vázquez Mota dejaron abierta la posibilidad de forjar alianzas electorales con Gordillo, aunque sean ya cuestiones de facto, es decir, que sin aparecer bajo las mismas siglas sus candidaturas se otorgue un apoyo de operación política y movilización electoral desde la estructura partidista de Gordillo a favor del abanderado panista tal y como ocurrió en 2006 con Felipe Calderón.
Por ahora, el PRI ha tratado de minimizar el rompimiento. A través de diversas voces, incluida la del propio Videgaray, sostienen que se trató de una separación amistosa, y que existe pleno respeto hacia el liderazgo y trayectoria de Elba Esther Gordillo, quien en el fondo fue el personaje más agraviado con el rompimiento, al ver truncada la posibilidad de que su hija Mónica Arriola y su yerno Fernando González fueran senadores por los estados de Chiapas y Sinaloa, respectivamente.
El escenario electoral inmediato, hace prácticamente imposible que Elba Esther Gordillo apoye de forma indirecta la candidatura de Enrique Peña Nieto, quien no pudo, o no supo imponer las decisiones tomadas y los acuerdos alcanzados con el PANAL en las candidaturas que eran del mayor interés de la líder vitalicia del SNTE.
Por el contrario, se especula que desde el pasado fin de semana Gordillo y sus operadores políticos han comenzado acercamientos con la dirigencia nacional del PAN, encabezada por Gustavo Madero, con el mismo presidente Felipe Calderón, y hasta con los equipos de campaña de Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota para dar un viraje en su estrategia electoral de este año, y no quedar fuera de los privilegios del poder para el próximo sexenio.