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¿Queremos ser cabeza de ratón o cola de león?

Ricardo Moreno**

El mundo está experimentando una reconfiguración, y el proceso de globalización ha perdido impulso, dejando de ser, en pocos meses, el modelo predominante en la economía mundial. A raíz de la pandemia de coronavirus A1H1 que azotó al mundo, se rompieron las cadenas logísticas que dicho modelo había fomentado entre Asia, Europa y América. Una vez que el mundo se recuperó gracias al desarrollo de las vacunas, ocurrió el primer conflicto derivado del expansionismo de la OTAN, al intentar extender las fronteras de esa alianza militar hacia Ucrania para poner a la Federación Rusa al alcance de misiles. Esto provocó la invasión rusa a Ucrania y, como consecuencia, el deterioro comercial en el Mar Negro y Asia Central.

A partir de ese punto, hemos sido testigos del agravamiento de conflictos militares en Oriente Medio, Asia y Europa continental, que delinean los verdaderos intereses que subyacen. El reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha acelerado significativamente la reacción de una Europa debilitada y consciente de la falta de apoyo por parte de la política trumpista. Por ello, hace unos días la Unión Europea firmó un tratado de libre comercio con el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) que le permitirá diversificar sus mercados más allá de América y Oriente Medio, al prever que podría quedar atrapada en un conflicto comercial de grandes proporciones entre China y Estados Unidos.

El próximo presidente estadounidense tiene claridad sobre el papel internacional que su nación debe desempeñar. Es consciente de que su talón de Aquiles es la economía interna, y que no será peleando en Europa como logrará dinamizarla. Trump ha identificado al adversario real que ha debilitado el poderío económico de Estados Unidos: China. Este país se ha consolidado como una superpotencia comercial y militar que ha extendido su influencia por todo el mundo, inundando mercados con mercancías de bajo costo que hacen insostenibles los márgenes de ganancia a los que están acostumbradas las economías tradicionales de Europa y América.

En este contexto, Trump y sus socios deberán reconfigurar sus alianzas comerciales. México ya se ha consolidado como el principal exportador hacia Estados Unidos, lo que nos obliga a mantener firme nuestra alianza comercial. Las recientes amenazas de Trump hacia México y Canadá, utilizando como pretexto temas migratorios y de narcotráfico, no son más que un llamado a ambos países para expulsar la industria china y unirse a una economía cerrada entre los firmantes del TMEC.

La estrategia de Trump busca abandonar el modelo de globalización y consolidar varios bloques comerciales. Con esto pretende dinamizar su economía y su mercado interno, devolviendo a los estadounidenses el “sueño americano”. Es sabido que existe un descontento latente en esa nación debido a la ralentización económica, que ya lleva más de una década con un crecimiento que no supera el 2.5 % del PIB.

Estamos presenciando una auténtica batalla capitalista por la conquista de mercados, que podría desencadenar conflictos bélicos de mayor envergadura. Nadie debería ignorar este escenario internacional que se perfila agreste y complicado. Por ello, es crucial que México reflexione profundamente sobre el camino a seguir en este nuevo marco de redefinición económica mundial. La encrucijada no solo afecta a nuestro país, sino a todas las potencias económicas, independientemente de su tamaño. Para México, la decisión estará marcada por una disyuntiva clave: ¿queremos ser cabeza de ratón o cola de león?

Ricardo Moreno

Senador suplente. Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de Morena ante el Instituto Electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca.

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