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El Manual de Maquiavelo 24-11-2023

Francisco Ledesma /  El sexenio perdido

Con un discurso repetitivo e insistente, el bloque opositor conformado por PRI, PAN y PRD se le escucha decir que el gobierno lopezobradorista ha resultado un sexenio ineficiente y perdido por una serie de acusaciones respecto de fallidas políticas públicas. Y es probable que tengan razón, pero no en función de lo que este gobierno ha hecho o dejado de hacer, sino particularmente por la incapacidad de la oposición para reivindicarse como una alternativa electoral para el votante indeciso hacia los comicios presidenciales.


A lo largo de seis años, la oposición ha sido incapaz de consolidar una narrativa que permita construir empatía, identidad, aprobación o preferencia entre los millones de votantes, que pudieran estar decepcionados o en contra del actual gobierno, pero tampoco están dispuestos a votar por quienes detentaron el poder público durante los últimos 80 años en el país. Porque en esa ecuación, sigue haciendo mayor conexión la narrativa presidencial de que estos únicamente se han unido para regresar por sus privilegios.


Durante todo un sexenio, el PRIAN no tuvo la capacidad para construir una candidatura sólida, elocuente, con liderazgo, con potencial de movilizar las estructuras partidistas, y sumar otras simpatías a partir de una sociedad civil organizada que viera en ese dirigente de la oposición una alternativa para atender los grandes problemas que han sido minimizados, desplazados u olvidados por un partido que está por cumplir seis años en el gobierno.


En estos prolongados seis años, el bloque opositor tampoco pudo ser ejemplo de buenos gobiernos como muestra inequívoca de que son la mejor opción para ser votados en las urnas en 2024. Por el contrario, parece ser que se esforzaron, para demostrar que siguen ejerciendo las peores prácticas en gobiernos estatales y municipales, que atienden a intereses de grupo o personales, y tienen muy poco que presumir hacia sus electores.


El prianismo también aprendió muy poco de ganar elecciones. El PRI prácticamente lo perdió todo: sólo fue capaz de conservar Coahuila y ganar Durango -que estaba en manos panistas-; mientras el PAN apenas retuvo Aguascalientes y Chihuahua. El PRD se desdibujó de cualquier gubernatura. En tanto, las dirigencias opositoras mantuvieron como prácticas electorales las movilizaciones de estructuras que han dejado de ser eficientes. 


A pesar de los fracasos electorales, el PRIAN insiste en aumentar sus preferencias a partir de la descalificación constante del gobierno en turno; y se olvida por diseñar una oferta de gobierno que encuentre el espacio de coincidencia entre partidos que históricamente fueron opuestos, y que para fines electorales todo apunta a que su único interés es recuperar los espacios de poder que antes coptaron para las élites políticas que los dominan. Los mismos de siempre ya se apuntan para ser candidatos el año entrante.


Por si fuera poco, pierden de vista que se enfrentan al presidente mejor evaluado de la historia reciente, y eso implica -según las encuestas- la aprobación de su forma de gobierno inclusive de quienes se identifican con el PRI, el PAN y el PRD, por lo que la narrativa opositora simplemente se topa con pared; y han desaprovechado una y otra vez, profundizar el desgaste de poder de quien hoy despacha y vive en Palacio Nacional.


El PRIAN no entiende que no entiende. Para colmo de sus crisis internas, ha sido incapaz de procesar la designación de candidaturas alejado del escándalo político. Primero fue la forma en que desplazaron a Beatriz Paredes,  luego vino el caso de Adrián Rubalcaba. En las próximas semanas, será la resistencia del priísmo mexiquense para ceder la posición del senado que tenía garantizada con la derrota anunciada el próximo año. Y sucesivamente se acumularán más y más agravios entre los aliados.


Las precampañas electorales han comenzado, y el PRIAN tiene como estrategia electorales las mismas prácticas que lo llevaron en el pasado reciente a perder sus otrora bastiones como Michoacán, Tamaulipas, Campeche, Veracruz y Estado de México. El hilo conductor parece llevar al despeñadero al bloque opositor que sólo apostará por mantenerse como un contrapeso suficiente en el Congreso de la Unión.


El prianismo ha perdido seis años, obsesionado en la figura de López Obrador como símbolo único de sus fracasos y derrotas, sin un ápice de autocrítica que les permita alcanzar una democracia al interior de sus partidos, la formación de cuadros políticos, el diseño de nuevos postulados ideológicos, la creación de métodos menos coercitivos en sus electores y asumir que desde la oposición se puede construir por encima de destruir. Si algo debieron aprender de Lopez Obrador a lo largo de tiempo, fue a ser oposición.


La tenebra

En doce años, el PRI ha sido incapaz de construir un candidato presidencial. En dos elecciones consecutivas, debió apostar por candidaturas formadas en gobiernos panistas. La formación de cuadros quedó en el olvido.

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