El Manual de Maquiavelo 28-07-2023
Francisco Ledesma / La transformación que puede no ser
No hay un solo elemento
de análisis, ni de evidencia pragmática, que haga pensar que el gobierno de
Delfina Gómez será una administración que ejecutará una transformación al
régimen político que durante años instauró el PRI en el Estado de México. Y muy
por el contrario, existen ejemplos de que la texcocana buscará cambiarlo todo,
para que todo prevalezca igual. Esa es la advertencia.
Morena no es un partido
nuevo, por encima de la fecha de su fundación hace apenas ocho años; si se toma
en cuenta, que gran parte de su clase gobernante comenzó su carrera política
hace casi treinta años, y en ese periodo, han tenido ya responsabilidades públicas
que no han consolidado una transformación que nos permita identificar los
ajustes estructurales hacia el aparato de gobierno.
En su paso por la
Secretaría de Educación, Delfina Gómez se caracterizó por administrar la
inercia de una dependencia que padece la falta de recursos públicos para dar la
cobertura educativa que necesita. En el combate a la corrupción -como principal
promesa de campaña en el Edomex-, mantuvo en su despacho a Ana Gabriela Guevara,
a pesar de los múltiples señalamientos en contra de la medallista olímpica, por
su desaseado manejo en el presupuesto.
Pensar que las cosas en
el Estado de México van a cambiar para mejorar por el simple hecho de que ya no
gobernará el PRI, o bien, porque Delfina Gómez es una buena persona; es un
despropósito que se topa con una dosis de realidad, en una entidad golpeada por
la pobreza, la inseguridad y la ineficacia de sus instituciones para atender elementos
básicos como la educación y la salud.
Aún más, Gómez Álvarez
no podrá ejecutar en su totalidad la toma de decisiones del gobierno estatal; y
en gran medida, el éxito o fracaso de su gobierno estará en manos de sus
colaboradores: algunos muy experimentados, pero ampliamente criticados; otros,
muy entusiasmados con el ascenso al poder, pero sin noción alguna de lo que
implica ejercer el gasto público. Un gran dilema.
Durante los últimos
cinco años, el predominio electoral de Morena le ha permitido gobernar los
municipios más poblados; pero los avances parecen insignificantes, muy a pesar
de las expectativas generadas entre la población. Por el contrario, ha habido
ejemplos del ejercicio del poder que han generado una alta decepción social:
Toluca, Metepec, Naucalpan y Atizapán de Zaragoza.
Con el empuje político de
2018 y 2021, los morenistas tuvieron la capacidad para imponerse como mayoría parlamentaria
en la Legislatura estatal, pero las reformas legales promovidas hasta ahora, no
impactaron en un ejercicio presupuestal más eficaz o menos opaco. Por el
contrario, fueron parte de la componenda política para autorizar, una y otra vez,
más deuda pública al Estado.
Con un golpe de autoridad,
se hicieron del dominio del Órgano Superior de Fiscalización del Estado de
México (OSFEM), pero su titular Miroslava Carrillo, no hizo coincidir la
narrativa de combate a la corrupción que ha construido Morena. En el imaginario
colectivo, prevalece la sensación de que sólo se han erigido en esta posición
para repartir cargos entre sus grupos afines; y de la tarea de fiscalizar a los
entes públicos el impacto es nulo, y sí, una connivencia para evitar que las
auditorías alcanzaran a los alcaldes morenistas más criticados.
En una calca del
gobierno federal, Delfina Gómez tampoco optará por la venganza política; pero
tendrá muy poco tiempo para generar entre los votantes una narrativa de
transformación que cumpla con las expectativas sociales que construyó la
oposición durante los últimos 40 años. Mover al elefante no será una tarea
sencilla, que requiere no sólo de presupuesto, sino de voluntad política, y de
romper las resistencias de su propio partido y sus integrantes.
La tenebra
Gobernar con los
liderazgos del PVEM y del PT no es un buen síntoma de transformación.