El Manual de Maquiavelo 20-05-2024
Francisco Ledesma / ¿Sólo hay dos Méxicos posibles?
Las campañas electorales
han entrado a su recta final, con dos visiones encontradas, posiciones
políticas polarizadas que pretenden constituirse como alternativas inequívocas
de que el país -antes era mejor que hoy, o bien, que hoy transita por
condiciones inmejorables-, pero que desde todos los escenarios posibles se
presenta con una clase gobernante que ha sido incapaz de renunciar a un modelo
hegemónico que reivindica las causas políticas más deleznables.
Claudia Sheinbaum y Xóchitl
Gálvez se han presentado durante ochenta días como las más capacitadas,
posibilitadas y voluntariosas para que las políticas públicas en este país
-funcionen como en los últimos seis años, o como lo hicieron antes de este
gobierno-, y que tienen un denominador común: un régimen político que ha
construido una sociedad codependiente en condiciones de profundas desigualdades
que no han logrado combatir, y que son la clave de su movilización electoral
para declararse triunfadoras el domingo 2 de junio.
Las campañas locales no
han cambiado un ápice el transcurrir del proceso electoral. Candidatos a
alcaldes y diputados locales que solamente funcionan como cajas de resonancia
de esa construcción discursiva entre izquierda y derecha, que tienen nula
identidad o vinculación con sus votantes.
En el fondo, ambos
bloques partidistas han demostrado su escasa fortaleza ideológica, porque
simplemente adoptan para sus intereses de grupo, a militantes de quienes antes
fueron sus opositores por simple conveniencia y pragmatismo electoral. Su
vocación social y humanista se demuestra cuando se trata de construir redes clientelares,
que resulta funcional para ganar elecciones; pero que también ha exhibido sus abusos,
sus excesos y sus desaciertos por igual, porque la clase gobernante es incapaz
de reinventarse en seis años.
Sheinbaum y Gálvez -junto
con las burocracias partidistas responsables de sus postulaciones- se empeñan
en presentar que solamente hay dos Méxicos posibles, en los que prevalece
una falta de autocrítica para asumir que este país no caminaba bien, en donde
tampoco había médicos ni medicinas, y sí muchos desfalcos, políticos
enriquecidos y un manto de impunidad interminable.
Y en el que actualmente,
a causa de los programas sociales que se presentan como la panacea del gobierno,
se han desmantelado otras acciones, políticas públicas e instituciones de las
que se insiste se encontraban plagadas de corrupción, pero a la fecha, no hay
pruebas ni culpables encarcelados. Y no, Movimiento Ciudadano, tampoco es esa
tercera vía para el espectro electoral.
En el peor escenario
posible, existe la visión maniquea en donde si un votante manifiesta su
desacuerdo con partido político, es porque está a favor del otro. No asumen
como posibilidad que gran parte del electorado está desencantado con los
partidos políticos y su clase gobernante, que han asumido el poder público en
el país, su estado o su municipio -en donde mayoritariamente se ha experimentado
alternancia electoral durante las últimas tres décadas-, sin resultados diferentes
que satisfagan lo elemental: seguridad, salud, educación.
La noche del 2 de junio,
habrá una vencedora que declarará su triunfo a partir de su reivindicación
ideológica. Quien resulte vencida acusará que las elecciones transcurrieron en condiciones
de desigualdad. Pero está claro que, la triunfadora -más allá de filias o
fobias políticas- lo hará en condiciones de escasa legitimidad, ante el abstencionismo
pronunciado de cada votación, o bien, porque más allá de la polarización
partidista, hay un gran sector de votantes que no se identifica con las alternativas
que se le presentarán en la boleta electoral.
Las campañas electorales
sólo han servido como reivindicación de una democracia inacabada, imperfecta e
incapaz de que México somos más que dos visiones de gobierno, que de forma
sistemática obedecen a un mismo régimen, tan malo el de antes, como el de hoy,
y entre eso habrá que elegir el 2 de junio.
La tenebra
Las élites políticas se
sienten satisfechas con este modelo democrático, porque pese a las derrotas
electorales, tiene garantizada su sobrevivencia por las plurinominales en senadurías,
en diputaciones y en regidurías.
Tenebra 2: ¡Hay tantos caminos por andar!