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El Manual de Maquiavelo 16-02-2024

Francisco Ledesma /  El cachorro ecologista

Las élites políticas mexiquenses siempre han favorecido el ascenso de la clase gobernante cuando se basa en las relaciones familiares, por encima de los méritos políticos, sociales o académicos. Las elecciones que ocurren cada tres años son muestra inequívoca de que las esposas, los hijos y los hermanos se asumen como legítimos herederos del poder público, como si se tratara de una monarquía cimentada en un sistema de partidos como proceso de legitimación, o bien, como si el ejercicio de gobierno fuese un negocio familiar que se pretende amasar como una base testamentaria.


Ser parte de un clan dinástico supone un recorrido más fácil y vertiginoso en la pirámide del poder político con relación a alguien que pretende abrirse brecha sin las relaciones que da ser hijo de un político consolidado. 


En la víspera, Morena dio a conocer las listas de sus candidatos a diputados federales, en la que fue designado Luis Miranda Barrera para ser postulado por el distrito federal 26 con cabecera en Toluca. Un ejemplo más de que la dinastocracia se impone, sin distingo de los partidos políticos, pero siempre responde a los intereses de las élites partidistas para conservar el poder.


Es hijo de Luis Miranda Nava, exsubsecretario de Gobernación y exsecretario de Desarrollo Social en el sexenio del priísta Enrique Peña Nieto. De un talante intolerante, causó polémica en una comparecencia en San Lázaro cuando expresó ante una diputada del PAN que no había estudiado psiquiatría para poder comprenderla. Siempre se supo y se sintió protegido por su compadre, hoy en el autoexilio de las tierras españolas.


Hace tres años, Miranda Barrera consiguió la misma postulación de candidato a diputado federal. En lo privado, evaluó los riesgos de la candidatura y decidió renunciar a la candidatura, misma que recayó en el expriísta Ernesto Monroy, quien perdió frente a Melissa Vargas, que hoy buscará la reelección en contra del hijo pródigo de los Miranda Barrera.


Con 27 años de edad, la carrera política de Luis Miranda Barrera se reduce como asesor del senador Eruviel Ávila, exgobernador del Estado de México. Lo cierto es que, la relación política entre Ávila y Miranda Nava estuvo marcada por una ruptura estructural, derivado del proceso electoral de 2011. 


Luis Miranda, entonces secretario general de gobierno era encargado de operar la candidatura de Alfredo Del Mazo a la gubernatura mexiquense. Sin embargo, el alcalde de Ecatepec desestimó las exigencias del régimen, cerró el paso del Grupo Atlacomulco, y con el amago de la traición, se impuso como candidato, frente al descontento de un debilitado Miranda Nava.


Con el paso de los años, la conveniencia personal y la deslealtad política, unió dos polos distantes. Luis Miranda encargó a su primogénito con Eruviel Ávila, quien lo nombró su asesor en el Senado de la República. Curiosamente, hoy ambos, ya militan en el Partido Verde Ecologista, en donde le han inventado cargos partidistas al muchacho, para que no parezca un improvisado: dirigente municipal del PVEM en Toluca, y dirigente de los jóvenes del PVEM en el Estado de México.


Sus mayores virtudes se observan en sus redes sociales. Le apasiona la frivolidad y la excentricidad de sus viajes por Europa o Estados Unidos, mientras convive en restaurantes de lujo con su mejor amigo, Alejandro Peña Pretelini, hijo del expresidente Enrique Peña, con su primera esposa, Mónica Pretelini. Su mayor ejemplo, su padre Luis Miranda, uno de los diputados más faltistas en la Legislatura Federal entre 2018 y 2021.


Miranda Nava llegó a la cúspide del poder político siempre de la mano de Enrique Peña, aunque eso no siempre significó popularidad partidista, base social o ascendencia política. En su única aventura electoral, perdió estrepitosamente en el año 2006, frente al panista Juan Rodolfo Sánchez, cuando ambos competían por la presidencia municipal de Toluca.


Tres años más tarde, María Elena Barrera -tía de Luis Miranda Barrera- ganó la elección por la alcaldía de Toluca, en una gestión sin muchas luces, pero que pudo ganar desde una coalición electoral conformada por el PRI y el PVEM. Y en las paradojas del destino y de la política, fue electa senadora por el Partido Verde -que hoy arropa a su sobrino- en las elecciones presidenciales de 2012, cuando Peña Nieto llegó a Los Pinos.


María Elena Barrera se topó con pared en las elecciones de 2018, cuando compitió fallidamente por una diputación local en Toluca, misma que perdió contra la expriísta Mónica Álvarez Nemer, que ahora acompañará a Luis Miranda Barrera, ella como candidata a diputada federal del distrito 34.


En 2021, Luis Miranda Barrera contendió por una regiduría bajo las siglas del Partido Verde, sin embargo, la campaña encabezada por el expriísta José Luis Velasco fue tan mala, que no alcanzó siquiera para hacer regidor a Miranda, y eso le ha costado su marginación del escenario político.


Hoy los Miranda Barrera regresan por la revancha, aunque en el escenario político, en el espectro mediático y en la imagen pública, no tengan los mejores registros. Su apuesta es que la andanada morenista, el desastroso gobierno municipal heredado por Raymundo Martínez y la división interna priísta que tiene a una aspirante luchando en solitario por la alcaldía, sean suficientes para tener a otro Miranda inscrito en San Lázaro.


La tenebra

En caso de ganar, será necesario que Luis Miranda tenga buenos asesores, porque si como redacta en sus redes, prepara su plataforma legislativa, no se auguran muy buenos resultados. «Todos los jóvenes están más que invitados hacer (sic) parte del equipo» «Está (sic) va por mi Tata», escribió ayer en sus redes sociales, para dar muestra de su preparación personal.

Y si llega a San Lázaro, que falte menos que el papá; sería una buena señal.


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