El Manual de Maquiavelo 11-08-2023
Francisco Ledesma / La intoxicación electoral
A pesar de la resaca de
un tiempo preelectoral por la gubernatura que arrancó en julio de 2022, y que se
prolongó hasta los comicios del pasado 4 de junio; había transcurrido apenas un
mes de las elecciones por la gubernatura del Estado de México, y los
mexiquenses ya enfrentaban una nueva saturación del espacio público con cientos
de anuncios espectaculares que daban muestra de los aspirantes de la sucesión
presidencial hacia los comicios del año entrante.
En menos de un mes,
Morena y el bloque opositor, habrán definido por separado las candidaturas de
quienes serán postulados a suceder al presidente, Andrés Manuel López Obrador; y
esas definiciones, acelerarán otras ambiciones personales en la toma de
decisiones de las elecciones federales del 2024.
Las encuestas -con sus
respectivas preferencias electorales- hacen suponer que Morena tendría altas
posibilidades para retener el poder presidencial por otros seis años; lo que
obligaría a la oposición a sostener su principal apuesta en la necesidad de
consolidar un freno y un contrapeso desde el Congreso de la Unión.
Por tanto, en lo inmediato,
deberá construir las coaliciones y buscar las candidaturas que sean más competitivas
a nivel de senadores y diputados federales; y ahí, vendrán nuevas promociones
personales mediante anuncios espectaculares, bardas, vallas y demás
contaminación visual de quienes -ni legislar saben- pero quieren un cargo de
seis y tres años para su causa personal.
Cuando ese trámite partidista
y legal haya concluido, los mexiquenses deberán tener la suficiente tolerancia
a la frustración, porque vendrán otros cientos de personajes que levantarán la
mano para competir por las presidencias municipales, las diputaciones locales,
las sindicaturas y las regidurías.
En esta coyuntura,
sobrarán las autoridades actuales que pretendan reelegirse en el cargo que ganaron
hace poco más de dos años. Y aunque les faltan méritos para la elección
consecutiva, les sobrarán recursos para promocionarse en su municipio o en su
distrito, o buscar su repetición en la lista de plurinominales.
Toda esta promoción
personalizada ocurre bajo subterfugios legales, mediante puestos y
designaciones que los partidos les han inventados a sus actores políticos, en
tanto que ni siquiera estamos en tiempos de precampaña electoral.
Con un hartazgo social
profundo, cuando ya los partidos hayan definido sus coaliciones electorales,
las designaciones de paridad y hasta la definición de sus candidaturas, después
simulará una etapa de precampaña, que les permita una nueva promoción de los
ungidos, y una legitimación tramposa de sus procesos.
Para ese momento, los electores
ya habrán soportado más de seis meses de una promoción de los candidatos
presidenciales, cerca de cuatro meses de quienes buscan el resto de los cargos
en disputa. Y le restarán cerca de cien días de campañas formales, donde brotarán
las peores descalificaciones y las propuestas más comunes, pero siempre inalcanzables
para ganar su simpatía.
En la fecha que ocurra
la elección presidencial, los mexiquenses ya tendrán en su antecedente más
inmediato, casi 24 meses de un proselitismo constante, entre la defensora de la
4T, la defensora del Estado de México; las precampañas y las campañas por la
gubernatura; la simulación de la sucesión presidencial, sus tiempos
electorales; y demás cargos en disputa de la entidad mexiquense.
Hay una intoxicación
electoral innegable, permisiva no sólo por los partidos políticos y sus
aspirantes, sino por la autoridad electoral que permite tanta simulación para
violentar la legalidad de los tiempos, y hacer campaña cuando no está permitido.
Y quienes actúan en el límite del marco legal, son quienes aspiran en el futuro
a proponer leyes o hacer como que las cumplen.
La tenebra
Y sin embargo, hay quien
está acostumbrado a no terminar sus encargos y buscar la elección de otro
puesto; o heredar los propios para esposas, hijos, hermanos y lo que se
acumule.