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El Manual de Maquiavelo 08-09-2023

Francisco Ledesma /  El PRI hacia el suicidio

El PRI nació como un
partido de Estado, y por tanto la naturaleza de su funcionamiento, a lo largo
de la historia, estuvo sujeto a las decisiones que tomaba el titular del Poder
Ejecutivo en los ámbitos federal, estatal o municipal, pero que hoy -particularmente
en el Estado de México- enfrentará una coyuntura inédita, a partir del 16 de septiembre,
cuando por primera vez en su historia tenga un gobernante de militancia diferente
a la priísta; y el partido deba resolver su futuro político y electoral por la
disputa de grupos internos.

 

El priísmo mexiquense
-por encima del nombrado Grupo Atlacomulco- jamás ha sido un partido político
homogéneo. Por el contrario, es una estructura que se distingue por diversos grupos
que se concentran de forma descendente en torno a ciertos liderazgos, en los
que resalta la ascendencia de los exgobernadores; así como la preponderancia de
determinadas zonas geográficas, como parte de resolver el reparto de posiciones
políticas y los cargos de elección popular.

 

El mayor desafío
político del priísmo local siempre fue la sucesión de la gubernatura, el cual
se resolvió en su mayoría por decisión del Presidente de la República; y a
partir de que el partido perdió el poder presidencial, el gobernador en turno
tomó el control partidista. Sin embargo, en una ruta paralela, las exclusiones generaron
fracturas internas que derivaron en el surgimiento de otros partidos políticos,
o bien, la autoexclusión de diversos cuadros políticos.

 

La ruptura más plausible
ocurrió en el 2011, a la designación de Eruviel Ávila quien amagó con
postularse como candidato de la oposición; y cerrarle el paso al hoy gobernador
Alfredo Del Mazo. A la distancia, el heredero de la dinastía delmacista cobró
fractura, y cuando asumió el despacho de la gubernatura cobró factura para excluir
en definitiva al círculo eruvielista.

 

En el camino, Del Mazo
fue comprando enemistades que se manifestaron de forma pública tras la derrota
electoral del 4 de junio pasado. La pérdida histórica de la gubernatura cimbró
las estructuras del poder político y marcó un clivaje en la disciplina
partidista, que hoy anticipa una pugna irrefrenable por controlar los órganos de
dirección del priísmo local, y eso implica ejercer las prerrogativas electorales
e incidir en el reparto de las candidaturas para el 2024.

 

La muestra más evidente
de la ruptura y la indisciplina ocurrió el pasado lunes 4 de septiembre, cuando
los diputados federales priístas -en su mayoría montielistas y eruvielistas- se
ausentaron del sexto y último informe del gobernador en funciones. El vacío
representa un acto simbólico de inconformidad y de protesta que advierte con
profundizar la crisis electoral por la que atraviesa el otrora partido
hegemónico. El mandatario ha perdido el control absoluto.

 

Dentro de una semana,
Alfredo Del Mazo dejará la gubernatura mexiquense, y los grupos políticos de
ese priísmo heterogéneo buscarán el control del partido; sin el freno que
representaba históricamente obedecer a los designios del llamado primer priísta
del estado. Los exgobernadores -a través de sus círculos cercanos-, comenzarán
una pugna que terminará por evidenciar las ambiciones políticas y las
frustraciones personales de las élites políticas.

 

El PRI que padece una
defenestración pública podría sucumbir aún más, cuando entre sus simpatizantes decidan
migrar a otras fuerzas políticas mejor estructuradas, sin disputas internas y
altas probabilidades de ganar elecciones: elementos que antes dieron fortaleza
electoral al priísmo, pero que hoy, sin un gobernador de su militancia, ha
perdido toda capacidad de organización y disciplina.

 

La pugna por un partido disminuido
puede convertirse en la causa de un suicidio político.

 

La tenebra

El reclutamiento de priístas
hacia Morena comenzó en la campaña electoral de Delfina Gómez, y terminará por consolidarse
con su ascenso al poder, cuando decida no despedir a todos los altos
funcionarios; y estos mandos medios y superiores de la burocracia mexiquense se
afilien dentro de poco a las estructuras morenistas.

 

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