OFF THE RECORD 31-05-2024
Toluca, Edomex; 31 de
mayo de 2024.- Innecesaria y desafortunada la expulsión del exgobernador de Alfredo
Del Mazo de las filas priístas en la víspera electoral. Cuando faltan dos días para
los comicios federales y locales del 2 de junio, la dirigencia nacional priísta
que encabeza Alejandro Moreno, está más preocupado por su pleito con el
exmandatario mexiquense, que por sacar adelante una elección en donde se
supondría existen intereses para ganar. Alito Moreno lleva toda la semana
peleando con mexiquenses: primero con Alejandra del Moral, luego tocó el turno
a Eruviel Ávila, y remató con Alfredo Del Mazo. El colmo de males, es su
relación ríspida con la dirigente local, Ana Lilia Herrera.
Alito se inmola con su
toma de decisiones. En lugar de mostrarse como un partido sólido y en
reconstrucción hacia los comicios del 2 de junio; la opinión pública podrá
concentrarse en los próximos días en su capacidad para destruirse. Agudiza la
crisis interna en las vísperas electorales. El campechano desconoce de formas,
de tiempos y del fondo de la política. La fractura, la división y la exclusión
parecen elementos indisolubles de su dirigencia tricolor.
Más allá de los resultados
electorales del 2018 y 2023, donde el PRI obtuvo los peores dividendos de su
historia política, el Estado de México es el mayor semillero de votos para el
priísmo nacional. El desdén de Alito para los mexiquenses viene desde su
afrenta con César Camacho, cuando el metepequense asumió la dirigencia
tricolor. Lo corroboró con Ernesto Nemer al inició de su gestión. Y más tarde,
aplicó su verdadero talante con Ricardo Aguilar y Carlos Iriarte. Esa es la
pieza que hoy dibuja las decisiones priístas.
Del Mazo hizo todo lo
necesario para imponer a Alejandra del Moral como su candidata a la
gubernatura; pero resulta muy simplista suponer que la adhesión de la
izcallense con Claudia Sheinbaum sea una especie de avanzada para el
delmacismo. Por ahora, la expulsión promovida por Alito; o bien, la renuncia de
Alfredo, deja la puerta abierta para saltar a otra alternativa política, donde
sus malquerientes lo pretenden crucificar, ya sea desde alguna embajada, o
bien, en alguna designación del gabinete ante un eventual triunfo morenista.
Lo único comprobable, a
la distancia de las campañas electorales, el exgobernador y ahora expriísta,
nunca tuvo un pronunciamiento a favor del bloque opositor, de su partido político,
o bien, de alguno de los candidatos opositores para mostrarles su afecto y su
apoyo. Tampoco se ha escuchado un posicionamiento crítico hacia el gobierno de
López Obrador. Las ausencias y los silencios, en política, también marcan la
estatura moral de la clase gobernante.
Por extraño que parezca,
Ana Lilia Herrera prefirió no manifestarse sobre la expulsión ni sobre la
renuncia. Y ella dedicó su noche a comerse un pan de Atlacomulco. En lo dicho,
cada quien sus prioridades.