Toluca, Edomex; 17 de
mayo de 2024.- Las derrotas electorales no tienen paternidad ni maternidad.
Nadie se quiere hacerse responsable cuando se pierde en las urnas. Sin embargo,
desde ahora, las pugnas internas ya pretenden descarrilar a liderazgos o grupos
políticos, ante eventuales fracasos por delante. Los resultados electorales
terminan por cobrar facturas políticas, o bien, por reivindicar a quienes se
asumen como vencedores en las urnas.
Higinio Martínez, se ha
convertido desde hace mucho tiempo, en el enemigo público de mayor notoriedad
al interior de Morena. Su ascendencia política ha disminuido; sin embargo, ha
logrado que su grupo político tenga presencia en la contienda electoral. Tiene asegurada
su posición como senador, pero falta por ver el comportamiento de sus alfiles
políticos. Su futuro personal está indefinido, porque ha anunciado que su
retiro está muy cerca. Su exclusión del gabinete estatal ha significado el
mayor clivaje en el morenismo mexiquense.
Después de mucho
insistir, Ana Lilia Herrera alcanzó la cúspide al interior del priísmo: atada
de manos, debió ceder a la reelección de muchos alcaldes que alcanzaron su
ascenso con el delmacismo, y bajo el liderazgo partidista de su némesis Alejandra
del Moral. Para su grupo político reservó posiciones escasas. Sin embargo, lo
que ocurra en las elecciones -a favor o en contra- será su responsabilidad
absoluta, tanto para sus aplaudidores como para sus detractores. Alito la tiene
como un cartucho intercambiable a partir de agosto.
En el PAN, a pesar de
los disfraces de unidad, hay al menos dos corrientes dominantes y diferentes al
interior de su partido. Juegan a la segura, porque las postulaciones asignadas
están en bastiones que apuntan en su mayoría a una posible reelección. El
balance electoral debe transitar por la evaluación de su crecimiento de
votantes, a partir de dos factores: las candidaturas que enarbolan Xóchitl Gálvez
y su candidato a senador; y el supuesto del desgaste en el poder de Morena, que
a su decir, ya los tiene en empate técnico en el estado.
Para el PRD sólo tiene
apuesta en conservar el registro como partido. Asumen que se han desdibujado de
sus otrora bastiones electorales. Ni por asomo podrían recuperar sus glorias
pasadas, en donde hoy Morena parece imbatible. Las tribus perredistas se han
pulverizado, y por lo mismo, quienes ganen tendrán condiciones para
reagruparse. Quienes sean derrotados, o ya fueron desplazados, insisten en
reconsiderar su coalición con PRI y PAN. Ésta podría ser la última elección en
condiciones tan adversas para su presente y su futuro.
En el Verde, ésta será
una prueba de fuego para sus intereses contrapuestos. Lo avanzado por José
Couttolenc durante los últimos seis años, ahora se ve amenazado por los
intereses del exgobernador, Eruviel Ávila. Sin embargo, aún se pueden
distinguir cuáles son las huellas construidas por el dirigente ecologista, y
cuáles son las candidaturas del senador expriísta. Al final, ambos trabajan por
el triunfo del Verde, pero no necesariamente por su contraposición al interior
del mismo partido.
Y en el PT, el gran
factor de decisión es Fernando Vilchis. En una atropellada operación electoral,
logró asignarse una ascendencia política que le parecía imposible de adquirir
desde Morena. Los resultados que alcance el 2 de junio, serán un criterio de medición
respecto a su capacidad para pretender incidir en las consideraciones
partidistas a nivel estatal. Y en su caso, ser el dirigente de facto.