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OFF THE RECORD 04-07-2024

Toluca, Edomex; 4 de julio de 2024.- Alejandro Moreno, Ana Lilia Herrera y Cristina Ruiz son parte del problema y no de la solución. El dirigente nacional priísta asumió el poder del tricolor hace cinco años, bajo la anuencia del expresidente Enrique Peña Nieto, quien inicialmente había mandado señales sobre su preferencia a favor del exrector José Narro Robles. A la distancia, parece que nadie puede someter a Alito Moreno, empoderado por la ascendencia en el Consejo Político nacional y la nula presencia de gobernadores priístas que le hagan un contrapeso al partido. Se siente intocable y así lo ejerce.

 

La verdadera amenaza a la democracia y la instauración de una dictadura no estaba en Palacio Nacional, el hombre autoritario estaba en la sede nacional del PRI, con la complacencia de sus dirigentes estatales. Ana Lilia Herrera, que tanto se quejó de la imposición de Alejandra del Moral como candidata a la gubernatura, hoy es cómplice y corresponsable de una dirigencia nacional que pretende imponer las peores prácticas antidemocráticas al partido. La fallida candidata plurinominal al Senado de la República, busca también mantenerse al frente del priísmo local bajo la sombra de la ilegalidad y la derrota histórica.

 

El peñismo parece más preocupado por su seguridad personal que por la sobrevivencia del priísmo. No hay hombres ni mujeres vinculados políticamente con el expresidente que alcen la voz ante la mayor crisis del partido. Desde diversos escenarios son cómplices de la toma de decisiones de su dirigencia nacional. De los más recientes exgobernadores, saltaron del barco hasta de que terminara por hundirse. Eruviel Ávila y Alfredo Del Mazo que tanto se detestan, podrían tener el infortunio de reencontrarse en las filas de la 4T.

 

César Camacho, exgobernador del Estado de México, fue una de las voces más críticas con la permanencia de Alejandro Moreno como dirigente nacional del PRI cuando salieron a la luz pública diversas grabaciones sobre su conducta personal. A la distancia, ante la mayor derrota electoral de su historia, Camacho Quiroz ha preferido silenciarse. El exdirigente nacional del PRI, era hasta agosto del año pasado, un cuadro activo en la burocracia de la academia mexiquense, que hoy parece omiso en la toma de decisiones del otrora partidazo. Todo apunta a que fue suficiente con otorgarle una diputación local a Mariano Camacho -hijo del exmandatario- para plegarse a los caprichos de Alito Moreno.

 

Carolina Monroy, también exdirigente nacional, se ha replegado de los frentes de la batalla. Ha mantenido su capital político en Metepec, y prefiere no moverse. La postura disidente hacia Alito desapareció de un plumazo. En el puñado de liderazgos rebelados contra Moreno no existe presencia de mexiquenses, resultaron todos muy disciplinados, o quizá precavidos para proteger sus intereses personales. El priísmo mexiquense ya no resuena ni se siente a nivel nacional.

 

Tampoco se escuchan a los exdirigentes estatales del priísmo, que tanto ambicionaron y que obtuvieron abundantes privilegios desde su militancia partidista. Hoy no se escucha ni a Ricardo Aguilar ni a Carlos Iriarte o a Ernesto Nemer. El PRI fue su instrumento mientras era útil para ganar elecciones. En esta coyuntura han optado por voltear a otro lado, y a nadie sorprendería que aparezcan en otro bando de la escena política. Los dos primeros fueron parte de las contiendas electorales del 2021 y el 2022, su calidad moral está derrotada.

 

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