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OFF THE RECORD 03-05-2024

Toluca, Edomex, 3 de mayo de 2024.- Una señal inequívoca de que la campaña de Xóchitl Gálvez no marcha nada bien es que, ninguna de las candidaturas a las presidencias municipales y diputaciones locales del bloque opositor alude a la abanderada presidencial. Por el contrario, en la imagen de su proselitismo resaltan sus nombres con letras grandes, mientras los logotipos de sus partidos aparecen pequeños. La defenestración hacia los partidos políticos es innegable. Quienes ganen el 2 de junio será por su base social propia, o por un voto antiamlo, pero no tendrá vinculación hacia la elección presidencial.

 

Hace seis años, el defecto Meade jugó a la inversa de decenas de candidatos priístas, víctimas de la poca conexión del candidato presidencial con sus militantes y simpatizantes. El PRI mexiquense apenas ganó 21 municipios, 3 distritos federales y 1 distrito local. Ese es el temor que ronda en varios “cuartos de guerra” de priístas y panistas, que observan que la postulación ciudadana de Gálvez ha entrado en un proceso de estancamiento. Por experiencia, en las elecciones de 2000, 2006, 2012 y 2018, quien gana la Presidencia de la República, termina por arrasar el resto de los cargos de elección.

 

En contraste, los candidatos oficialistas -sobre todo aquellos que traen consigo mala fama pública o desgaste en el ejercicio del poder- buscan que sea el arrastre de Claudia Sheinbaum quien los empuje a la victoria. A seis años del triunfo obradorista, todavía traen la envión suficiente para que la oleada morenista les alcance, y consigan una victoria incluso sin hacer campaña. Su mayor aceptación ocurre en la zona oriente del estado, en aquellos municipios colindantes con la Ciudad de México que tienen una identificación con el morenismo. Incluso, muy malos candidatos, podrían ganar sin preocupación.

 

No será la primera vez que actores políticos ganen sin merecimientos. Le ocurrió a decenas de panistas tras el efecto Fox del año 2000. Otros muchos priístas resultaron favorecidos del efecto Peña en la elección intermedia de 2009. Y también, ya con el efecto López Obrador, varios morenistas se convirtieron en alcaldes y diputados sin mayores méritos que estar en el barco y el momento adecuado. Esa es la apuesta de varios morenistas, petistas y ecologistas.

 

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La reelección, apenas instalada en la historia electoral reciente hace diez años, parece estar destinada a desaparecer a la brevedad. Nadie está contento con la posibilidad de que alcaldes y diputados repitan en el cargo. Los partidos rechazan la concentración de poder en una sola persona, lo que impide el reajuste de sus grupos políticos. Los priístas asumen que va contra su propia naturaleza, con todo y que sus candidatos sean “los mismos de siempre”. En Morena, la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum ha mostrado su voluntad para sepultar la elección consecutiva. Los votantes también han expresado su resistencia porque los vicios de un gobernante persisten por dos periodos.

 

Hay una enorme arrogancia entre algunos alcaldes y diputados que ya están en campaña y confían en su reelección. Lo cierto es que su triunfo no es en automático, sin importar el partido por el cual compiten: los excesos, los abusos, los errores, las omisiones y los defectos, muchas veces se cobran en las urnas.

 

 

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