Toluca, Cuautitlán Izcalli y Metepec tienen un alto grado de vulnerabilidad. A pesar de que hace seis meses sufrieron un relevo en la Presidencia Municipal, sus actuales alcaldes responden a los intereses y órdenes de quienes hoy ya se desempeñan como legisladoras federales. En la administración pública de esos ayuntamientos priva un gran desorden, instrucciones que no se entienden y acciones que no se atienden. La ciudadanía padece esos gobiernos y su falta de operación política.
María Elena Barrera, Alejandra del Moral y Ana Lilia Herrera prefirieron el efecto chapulín. Saltar de un cargo a otro, sin acabar su mandato. Barrera y Del Moral ganaron una diputación federal, mientras que Herrera ya instalada en el Senado, empujan desde allí sus grandes decisiones sobre los gobiernos municipales que abandonaron y dejaron a la deriva. Son alcaldesas de facto que mantienen el control de la gestión pública.
Los suplentes Guillermo Legorreta, Carlos Saldívar y Jaime Efraín Hernández están atados de manos, sujetos a lo que los caprichos de quienes les heredaron el puesto. Sin cambios sustanciales han administrado la inercia, con los mismos servidores públicos, buenos o malos, muchos nadando de muertito, sabedores de que están ahí por las alcaldesas que ya no están en funciones pero prefirieron la aventura electoral.
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Urge que en la legislatura estatal se destrabe el reparto de las comisiones de trabajo. El PRI se mantiene firme en que la Junta de Coordinación Política sea fija para su causa, y dispuesto a ceder en otras posiciones. Los jaloneos entre Ulises Ramírez y Héctor Bautista le han complicado el margen de maniobra a Aarón Urbina, quien está encaminado a convertirse en el poder que controle los aspectos legislativos de los próximos tres años.
A muchos priístas no termina por convencerles la idea de que sea un ex panista quien dirija los esfuerzos del tricolor en la legislatura. El golpeteo interno no genera ambiente sano al interior de la bancada. La gran ventaja con la que juega Urbina es haber crecido políticamente apegado al ex gobernador Arturo Montiel, pero además ser originario del Valle de México. Se siente seguro de su posición, su cercanía y su cargo a futuro.
A propósito de la clase política del Valle de México, son muchas las voces que se acumulan, para expresar que no se sienten representados en el gobierno de Eruviel Ávila. En corto, reprochan que el Valle de México se extiende más allá de Ecatepec, y no han sido incluidos quienes históricamente exigieron que la revolución les hiciera justicia. Y ahora, menos, a pesar de la grande y amplia expectativa que de inicio se generó.
