loader-image
Toluca, MX
8:56 am,
temperature icon
muy nuboso
Hora Estándar Central

OFF THE RÉCORD

IFEA explicaciones no pedidas, culpas asumidas. El pacto de civilidad que ha hecho el IFE para que los candidatos presidenciales reconozcan el resultado parece una especie de reconocimiento tácito de que no hizo bien su tarea. A lo largo de 90 días, los partidos y sus candidatos se acusaros de todo: compra del voto, violación a la ley electoral, injerencia de servidores públicos, incluidos el Presidente, gobernadores, jefe de gobierno y demás; y el IFE y sus consejeros se la pasaron amonestando, mientras las campañas se convertían en la peor guerra de lodo jamás vista.

Los consejeros electorales han perdido la vergüenza. Frente a sus compromisos políticos, producto de que fueron ungidos por un reparto de cuotas de poder, hoy se ven impedidos de aplicar la ley electoral y hacer que ésta se respete. Es indudable que la contienda electoral fue inequitativa de principio a fin. El despilfarro de recursos, el acarreo, y lo que falta: los mapaches electorales que ya se alistan para operar el domingo próximo, son muestra clara de que nuestra democracia está en pañales. A eso, hay que agregar la sumisión de la televisión a sus intereses partidistas.

En el saldo positivo de las campañas que recién concluyeron, se debe reconocer sin duda, a los estudiantes del movimiento Yo Soy 132. Más allá de las acusaciones en su contra, de la guerra sucia para desacreditarlos, su exigencia no sólo es legítima, sino urgente. La tan necesaria democratización de los medios, pasa por el hecho de que las televisoras representan un poder fáctico inconmensurable, fortalecido por la conformación de la telebancada, y bajo esos argumentos es que traza rutas de información para proteger sus intereses de grupo.

El problema no es el reparto de los tiempos. López Doriga, repite hasta el cansancio y se enorgullece, de haber dividido los tiempos de forma equitativa, para hablar de todos los candidatos. El asunto es la cantidad de comentarios positivos y negativos en contra de uno y otro. El asunto de la desinformación no está en lo que se dice de los candidatos, sino en lo que se calla con cada uno de ellos. Es ahí donde “la casa juega” como les espetó López Obrador a la mesa de Tercer Grado, cuando se burlaron de él, como si no se tratase de un candidato presidencial.

En el fondo, la ley electoral fracasó. La inequidad del proceso está vigente. No bastó con evitar que se contrataran spots. Las televisoras, marrulleras en su origen, siempre encuentran la forma de favorecer sus intereses. La venta de su línea editorial es un tema gravísimo, y cuya discusión no se ha querido  abordar. Desde hoy, ese debe ser el tema que nos debe ocupar para el 2018. La oferta limitada del duopolio televisivo limita la capacidad de disertación y discernimiento, en una población donde 6 de cada diez habitantes se informa por lo que la televisión dice, o calla.

Pensar que una tercera televisora resolverá el problema es falso. Democratizar los medios significa que las televisoras tengan la madurez para abrir su oferta a productores independientes. Ahí va de por medio recuperar su credibilidad. La apuesta de las televisoras en los últimos años es la acumulación de poder y de riqueza. Muy grave es que los políticos estén sometidos a lo que la televisión les mandata. Están atados de manos frente a concesionarias, y eso es un contrasentido, porque sin ser autoritarios, sino simplemente autoridad, para eso existen las revocaciones.

 

Comentarios

comentarios