No pinta bien la semana para Enrique Peña Nieto. Empezó con el pie izquierdo, al enterarse que en las encuestas de El Universal y El Sol de México –diarios afines a su causa- sigue la caída libre de la preferencia electoral a su favor. Mientras el mexiquense se desploma, en el equipo de campaña todos buscan a quien echarle la culpa de los desaciertos, pero nadie asume los costos. Por si fuera poco, en los próximos días se prevén al menos dos manifestaciones de rechazo a la candidatura del mexiquense. La capacidad de respuesta es lenta y carece de operación política.
El próximo viernes, cuando la Selección Mexicana de fútbol se enfrente a su similar de Guyana para abrir la eliminatoria mundialista, se ha convocado a manifestarse en contra de Peña Nieto, en el mismísimo Estadio Azteca, propiedad de Televisa. A través de las redes sociales ya corre la invitación para manifestar su rechazo al mexiquense. La otra convocatoria está hecha para el domingo 10 de junio, para salir a las calles, y los zócalos de las principales ciudades del país, para de nueva cuenta expresar su negativa a la candidatura presidencial del priísta.
En el círculo cercano se asegura que ya se tomaron medidas para revertir la caída de Peña. Si las decisiones hechas implican los apoyos de Vicente Fox y Hugo Sánchez la cosa no pinta muy bien. La chaviza de hoy, no se acuerda de Hugo, por el contrario su afición futbolera se inclina por el Barcelona y una animadversión madridista incluido el pentapichichi. El sabor que dejó Hugo Sánchez como técnico de la Selección Mexicana fue de rotundo fracaso producto de su soberbia y egolatría. La pregunta es, ¿qué mensaje se quiere mandar con ese tipo de respaldos?
De Vicente Fox, parece que a los priístas les dio amnesia. De un día para otro, a los simpatizantes del PRI se les olvidó los actos de corrupción de los Bribiesca –hijos de Marta Sahagún-. También pasaron por alto la afrenta que sufrió Arturo Montiel cuando Fox canceló el aeropuerto de Texcoco unilateralmente. De su USB personal, han borrado que fue el gobierno foxista, una fuente de sospecha de la información filtrada a Televisa sobre el presunto enriquecimiento ilícito de Montiel. Desde ayer, todos los priístas sin excepción, y sin pudor, presumen a Fox y su respaldo.
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En el Instituto Electoral de plano se hacen de la vista gorda. Los candidatos del PRI están visitando escuelas públicas, y aunque no ingresan a sus instalaciones, aprovechan las concentraciones de personas para hacerse promoción repartir volantes y utilitarios. Entre los candidatos del PAN ocurre algo similar, quienes desde muy temprano aparecen en las lecherías liconsa para recordar que esa operación es parte del gobierno federal, y que ellos son parte de ese partido. De una y otra forma, ambos partidos lesionan la legalidad del proceso electoral, sin mayor reparo.
La autoridad electoral ni siquiera hace un extrañamiento. Los consejeros electorales permanecen de brazos cruzados. El árbitro electoral parece más un espectador, que un regulador del juego. Simplemente se hacen de la vista gorda, les mueven sus intereses partidistas, y entre ellos negocian para no lacerar a los partidos que ahí los colocaron. Defienden el estatus quo que les dio el hueso que ostentan. Son administradores de la inercia, organizadores de comicios, pero no son los vigilantes de que la norma se cumpla. Están muy lejos de cumplir su encomienda.