Este 3 de mayo, será prácticamente inevitable que los grupos de izquierda traigan a la memoria el sexto aniversario de los hechos violentos de San Salvador Atenco. Uno de los hechos más cuestionados del gobierno de Enrique Peña. Las señales de arrogante y autoritario pulularán en los discursos de la izquierda, para hacer notar que el mexiquense no representa ningún “nuevo PRI” y que por sus venas corre el espíritu represor de los años sesenta y setenta. Es un tema tan discutido, que poco le puede restar en las preferencias, pero en tiempos electorales se vale.
Concatenar lo ocurrido en Atenco con la detención de estudiantes en Morelia el pasado fin de semana es ineludible. Fausto Vallejo y Enrique Peña allanaron viviendas, catearon domicilios y detuvieron inocentes. Criminalizaron la protesta social y validaron sus acciones con un Poder Judicial supeditado al Ejecutivo. El costo político asumido por los cuerpos de seguridad. Una demostrada violación a derechos humanos. La impunidad que prevalece en el escenario, bajo el argumento de que el Estado tiene el monopolio de la fuerza pública, y eso lo legitima todo.
A propósito de la imagen de Enrique Peña, la revista Proceso ha editado –al vapor- pero con un contenido bastante sustancial, un libro acerca del “lado oscuro de Peña Nieto” que da un recuento de la trayectoria política del ex mandatario mexiquense, su ascenso al poder, sus nexos con Arturo Montiel y los principales escándalos que marcaron su sexenio. Las notas escritas en su propia coyuntura y circunstancia, son la nueva publicación que ya circula en las principales librerías del país y que desnuda de cuerpo entero al puntero de las encuestas presidenciales.
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A partir del próximo miércoles, la Comisión Permanente integrada por diputados federales y senadores se convertirá en la arena electoral donde se ventilarán los principales escándalos de los candidatos presidenciales. Desde la tribuna legislativa, del recinto ubicado en Paseo de la Reforma, los ataques en contra de Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota serán la rutina de esas sesiones, que sirven de muy poco, salvo para discutir mucho sin llegar a acuerdos o consensos. La tribuna legislativa es usada y manipulada por intereses partidistas.
Los legisladores panistas mexiquenses Adriana González –senadora- y Carlos Alberto Pérez Cuevas –diputado federal- ya se preparan como los caballitos de batalla en contra de Peña Nieto. El derroche de recursos, la impericia política, la ola de feminicidios, la cruenta violencia y una andanada de descalificativos ya se preparan desde la bancada panista. Luego del debate del próximo domingo, el mes de mayo parece clave para Josefina Vázquez Mota y los suyos. Adriana González y Pérez Cuevas se han especializado en ser kamikazes contra Peña Nieto.
Mientras que por los priístas, la defensa discursiva de Enrique Peña correrá a cargo de los diputados mexiquenses Alfonso Navarrete Prida y Humberto Benítez Treviño. Ambos presidentes de comisión, el primero de Presupuesto y el segundo de Justicia, deberán asumir el costo político de los debates legislativos. La consigna es proteger a Enrique Peña del golpeteo de la oposición, y en particular de los panistas que conocen el Estado de México, al candidato presidencial del PRI, y sus debilidades. El trabajo de resistencia y control de daños es fundamental en la maniobra.