Toluca, Edomex. 29 de julio de 2015.- El escándalo de la Casa Blanca desatado a raíz de una investigación periodística no ha tocado fondo para la causa del gobierno peñista. El grupo de periodistas, encabezados por Daniel Lizárraga, alista la publicación de un libro bajo el sello de Grijalbo, que pondrá de relieve el conflicto de interés que sumió la credibilidad de Peña y parte de su gabinete. Por si fuera poco, Lizárraga adelanta que serán dadas a conocer un par de historias que involucran al Grupo Higa y Enrique Peña Nieto.
Los periodistas confirman que el libro titulado “La Casa Blanca de EPN” contendrá información que no fue revelada a través de MVS, ante lo que insisten se trató de un acto de censura, tras sacar del aire la emisión radiofónica. El prólogo de la publicación ya anticipada, resulta de una mayor expectativa, bajo la pluma de la periodista Carmen Aristegui. La cauda de escándalos podría ensombrecer todavía más el panorama presidencial en la víspera de su tercer informe de gobierno.
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Erasto Martínez Rojas es sin duda el hombre más poderoso del sexenio de Eruviel Ávila pero está muy lejos de convertirse en el delfín por la gubernatura mexiquense. El flamante secretario de infraestructura es un operador político y financiero del gobernador, pero esa circunstancia no lo posiciona de lleno en la ruta sucesoria. Isidro Pastor y Luis Miranda obtuvieron inconmensurable poder en los sexenios de Arturo Montiel y Enrique Peña, respectivamente, sin que ello les haya abierto la puerta a la candidatura priísta. Erasto lo sabe, lo entiende y lo respeta. Su papel es otro.
Algo que lacera profundamente la presencia de Erasto es su permanente renuencia a enfrentar a los medios de comunicación. Malas noticias para el gremio periodístico representa que el encargado de la prensa sea alguien que estuvo detrás del oscuro y mal evaluado exalcalde de Naucalpan, David Sánchez Guevara, y que en su más reciente función se encargó del manejo de medios de la fracasada campaña electoral de Fernando Maldonado por la alcaldía de Huixquilucan. A Erasto le han puesto una piedra en el zapato.
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El futbol es un negocio. El técnico de la Selección Mexicana, el Piojo Herrera dejó de ser una figura rentable y se fue. Con una evaluación fugaz de sus resultados, los directivos decidieron renunciarlo. Su contrato vencía hasta el 2018, pero apenas si logró permanecer un año después del Mundial de Futbol. En la administración de su crisis, pasaron poco más de 24 horas tras el incidente que tuvo con el periodista Christian Martinoli para despedir a Herrera del banquillo nacional, aunque más por motivos deportivos que éticos.
Si con esa misma contundencia se midieran los resultados del gobierno, más de uno ya no tendría trabajo ya sea por la fuga de “El Chapo” Guzmán o por la estrepitosa caída del peso frente al dólar o el crecimiento del número de pobres. Sin embargo, las prioridades del gobierno parecen ser otras o los argumentos oscilan ser demasiados. En la política, no aplica lo operativo ni tampoco lo ético. Brotan los conflictos de interés y prolifera la ineficacia pero nadie sale de su zona de confort. El gabinete peñista aprieta los vacíos, y el presidente Enrique Peña parece tener el síndrome de “Mejía Barón” porque los cambios simplemente no llegan.
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