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OFF THE RECORD 29-06-2022

Toluca, Edomex; 29 de junio de 2022.- La única manera de sacudirse el desprestigio por el que atraviesa Alejandro Moreno en su calidad de dirigente nacional del PRI, es su inevitable e inaplazable renuncia. En su defensa, el presidente priísta manifiesta que no ha concluido su periodo estatutario de cuatro años para el que fue electo a mediados de 2019. Lo cierto es que, en su momento poco le importó terminar su sexenio como gobernador de Campeche, mandato que dejó inconcluso, y que derivó en la entrega del poder a su principal opositora, la morenista, Layda Sansores, tras las elecciones de 2021.

Sin embargo, su flamante grupo de asesores ha delineado la estrategia de la distracción como último salvavidas a su gestión partidista. Alito ha propuesto reformas legales que faciliten a las familias mexicanas puedan tener acceso a armas de mayor calibre para que puedan defenderse de la delincuencia; una iniciativa inadmisible y absurda frente a la cruenta violencia.

Alito busca posicionar la discusión en temas ajenos a los escándalos personales, que ensombrecen su liderazgo; y obliga a la bancada de San Lázaro, para acompañarlo en sus ocurrencias, lo que incluye al menos a tres aspirantes a la gubernatura mexiquense. Ayer, se vio a un desencajado Ricardo Aguilar -y también a la líder de la CNOP, Cristina Ruiz- arropar una propuesta sinsentido y de la que muy probablemente, la mayoría de mexiquenses están en contra.

Los senadores priístas -encabezados por Miguel Ángel Osorio Chong- no acompañarán la propuesta de las armas; en cuya bancada tricolor han alzado la voz en contra de Moreno, Beatriz Paredes y Claudia Ruiz Massieu, y en la que resulta muy incómodo el silencio del exgobernador mexiquense, Eruviel Ávila, que sólo demuestra conveniencia y ambigüedad en la toma de decisiones.

Ávila mueve sus piezas en la sucesión mexiquense, cuyo éxito dependerá de la injerencia que tenga Alito en el Estado de México; frente al distanciamiento del ecatepense con el gobernador en turno, Alfredo Del Mazo.

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Heberto Barrera aspiró a la gubernatura del Estado de México en 1999. Cuando el proceso interno priísta se abrió a una consulta a la base, declinó -al igual que Manuel Cadena- a favor de Arturo Montiel, a la postre candidato y gobernador del Estado de México. Esa decisión personal le redituó políticamente, tanto a él como a su familia.

Un año más tarde, en medio del efecto Fox, Barrera acompañó a César Camacho en la fórmula por el Senado de la República: ambos perdieron, sin embargo, el exgobernador mexiquense se benefició por el principio de primera minoría.

A la distancia, Heberto Barrera vuelve a acariciar su anhelo por la gubernatura por interpósita persona, y es el principal promotor de su hija Laura, para alcanzar el sueño sucesorio. Ambos, han metido el acelerador en la carrera electoral, mediante una estrategia mesurada, pero con la anuencia de grupos de interés que pudieran estar en el ánimo del gran elector.

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