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OFF THE RECORD 28-06-2021

Toluca, Edomex; 28 de junio de 2021.- Quien gane las elecciones de gobernador del Estado de México de 2023, tendrá un paso adelante para los comicios presidenciales de 2024. En un par de años, mucho puede suceder en la calificación aprobatoria del presidente López Obrador, ya sea para consolidar a Morena como primera fuerza política por cuarta elección consecutiva en el territorio mexiquense, o bien, sucumbir frente al andamiaje priísta, con lo garantizaría la prevalencia en el Poder Ejecutivo Estatal por más de 100 años, sin conocer la alternancia política.

En esa lógica, el Estado de México será clave en el espectro electoral de los próximos 24 meses. Para López Obrador será prioritario derrotar al poderoso Grupo Atlacomulco en su tierra de origen, y su figura será determinante desde la definición del candidato a gobernador. La recta final podría encaminarse a los dos alfiles activos en su gabinete: la empoderada secretaria de Educación, Delfina Gómez; o bien, el director de Aduanas, Horacio Duarte. En ambos casos, Higinio Martínez gana con la ascendencia política que podría tener sobre el posible primer gobernador surgido de las filas morenistas.

Para el priísmo, la entidad mexiquense es su último reducto electoral, en donde confluyen 12 millones de votantes, que pueden ser determinantes para darle síntomas de vida al PRI nacional rumbo al 2024. Perder el Estado de México sería quedar en estado de indefensión política, presupuestal y social para los años por venir. Una derrota lo pondría al borde de la pérdida del registro y la desaparición electoral. En contraste, ganar daría oxígeno puro a la militancia priísta, y dotaría de absoluto liderazgo al delmacismo, beneficiado por las coyunturas devastadoras que ha enfrentado el tricolor en 2018 y 2021.

Hasta ahora no hay figuras determinantes en la sucesión delmacista. La candidatura dependerá de distintos factores. En 1999, el abanderado surgió de la decisión hankista, entonces líder del Grupo Atlacomulco. En 2005, el gobernador en turno jugó sus cartas y puso al delfín político en el despacho del ejecutivo. Para 2011, el amago de la traición aliancista, obligó a cambiar de candidato de última hora, a favor del proyecto opositor. Y en 2017, se impuso el «dedazo» presidencial. En 2023, se puede advertir que, la decisión se construirá por el gobernador en turno, y su capacidad de consensos con los exmandatarios locales. La dirigencia nacional queda al margen de cualquier incidencia.

Es muy temprano para adelantar vísperas sobre una coalición «prianista» como la resuelta en la elección del 6 de junio. Lo único cierto es que, una elección de gobernador tiene como principales operadores electorales a los alcaldes, y ahí, el PRI ha puesto la realidad a su favor con 51 ayuntamientos de su lado. El priísmo podría tener razones suficientes para proponer al candidato dentro de la alianza, lo que falta por definir es, cuál sería la oferta tricolor para con-vencer al PAN de aportarle su capital político en el 2023, más allá de enfrentar a Morena en las urnas.

Por la complejidad electoral del Estado de México, hay otros factores que participan en la elección: sectores empresariales, religiosos y sociales que tienen en juego sus propios intereses, desde cuyos ámbitos se advierte la posibilidad de arropar al delmacismo, a través de un candidato ciudadano, ajeno a la clase gobernante, que pueda concitar los esfuerzos de quienes tienen sus inversiones, sus negocios y sus residencias en la entidad. La del Estado de México, es más que una simple elección.

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