Toluca, Edomex; 28 de marzo
de 2025.- La renuncia de Pedro Moctezuma al gabinete de Delfina Gómez,
demuestra por tercera ocasión consecutiva, que los ajustes en su círculo más
cercano han sido producto de intrigas palaciegas y fracturas irreconciliables
entre los grupos de interés que la rodean. Andrés Andrade, Paulina Moreno y
ahora Moctezuma, se han ido por no pertenecer al morenismo mexiquense; por
encima de sus evaluaciones como servidores públicos. En el ejercicio del poder,
el régimen de la transformación, ha privilegiado el reparto de cuates y cuotas
que dominan al gabinete estatal.
Otro caso distintivo es
que, tras cada renuncia, la gobernadora en turno ha tardado en realizar la
designación de los reemplazos. Asume que hay componendas políticas difíciles de
romper abruptamente. Le apuesta a la estabilidad de su gabinete en la
permanencia, aunque la relación interna está sujeta a fracturas y golpes bajos.
El fuego amigo se ha instalado como una constante que trasciende hacia la
agenda pública de forma insostenible. Hace falta un manotazo en el escritorio
para respetar su toma de decisiones.
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El PRIMOR que ha
confirmado la connivencia de priístas y morenistas en la Cámara de Diputados
Federal para evitar el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, ha borrado cualquier legitimidad
como oposición a las legisladoras Ivonne Ruiz y Leticia Barrera. Durante los
últimos seis meses, ambas diputadas han venido cada semana, acompañando a su
dirigencia estatal -antes Ana Lilia Herrera y ahora Cristina Ruiz-, como las voces
de la resistencia al régimen morenista. Sin embargo, han quedado en evidencia
que responden a una línea política que ve por la cúpula de su partido, antes
que por las convicciones personales.
El comportamiento
priísta desdibuja su identidad política e ideológica. Cuando es necesario, forja
alianzas con el panismo, con intentos fallidos de posicionamiento electoral. Y
ahora, cuando se trata de la defensa de privilegios y la protección de
impunidad de sus dirigentes, opta por conjugarse con el morenismo. Las dirigencias
estatales, incluida la encabezada por Cristina Ruiz, sólo son cómplices de un
comité nacional sujeto a vaivenes personales.
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Este domingo, iniciarán
las campañas por la elección judicial federal. No habrá grandes mítines, ni la
saturación de spots o anuncios espectaculares de un proselitismo tradicional.
No habrá el dispendio financiero que acostumbran los partidos políticos tradicionales.
Los candidatos a ministros, magistrados y jueces tendrán el reto de acercarse a
sus votantes, y socializar una reforma judicial, en la que prácticamente nadie
está interesado; y un sector mucho más reducido ha logrado comprender todos sus
alcances y limitaciones.