Toluca, Edomex. 27 de abril de 2016.- Pepe Manzur sueña con ser gobernador pero se ha quedado rezagado del grupo de aspirantes puntero. En público, anticipa que tomará definiciones después del mes de septiembre. Sin embargo, más parece una declaración forzada para ser incluido en el grupo compacto que hoy conforman Del Mazo, Iriarte, Carolina y Ana Lilia. El único actor del gabinete eruvielista con posibilidades es Manzur, pero tras las elecciones intermedias todo apunta a que se le acabó el gas anticipadamente.
Lo cierto es que Pepe Manzur, en su calidad de secretario general de gobierno, no sólo actúa como árbitro de la contienda interna sino del escenario político con los demás partidos. En nada abona, el destape incipiente que hace Manzur -y que ayer reiteró en una televisora local-, acerca de que su toma de decisiones será tras el quinto informe de Eruviel. Suena más a despedida del gobernador en turno que a un banderazo oficial entre los aspirantes priístas.
Hay sectores duros dentro del priísmo mexiquense, que ven con amplias resistencias la posibilidad de que sea Manzur el sucesor de Eruviel. Identifican en el secretario general de gobierno al grupo político que buscó cerrarle el paso a Enrique Peña Nieto hace más de una década por la gubernatura. Ahí, cercanos a Manzur se ubican Isidro Pastor, Arturo Osornio, Aarón Urbina y tantos otros que hoy se han encumbrado de nueva cuenta en el poder político.
Pepe participa con dados cargados. Desde la Secretaría General de Gobierno se ha erigido en un operador político, para disponer de diversos cargos en la administración pública en los últimos 23 meses. También juega con la percepción, para hacer creer a una centena de alcaldes, diputados federales y locales, síndicos y regidores que se la deben. En esa cancha juega, y desde ahí buscará dar el salto a la oficina contigua del Palacio de Gobierno.
—————-
Nada deseable sería que el asesinato del alcalde de Jilotzingo fuera archivado con la apuesta de la desmemoria colectiva. Es imprescindible que las autoridades ministeriales armen el rompecabezas sobre los responsables, y atajen el nivel de involucramiento que tenía el crimen organizado en el gobierno municipal. Resulta poco creíble que no haya estructuras más amplias en la injerencia de las organizaciones delictivas con el ayuntamiento en turno.
El mando único no ha resuelto la injerencia del crimen en organizaciones policiales. La maraña delictiva que envuelve el caso Jilotzingo es muestra del fracaso en la estrategia de seguridad, sin embargo, será parte del argumento para hacer creer que la panacea se concentra en ceder la toma de decisiones a la Policía Estatal, que se erigirá como libre de culpa y de pecado.
Comentarios a contacto@www.planamayor.com.mx