Toluca, Edomex. 25 de mayo de 2016.- Los casos de linchamiento que ocurren en el Estado de México exhiben el hartazgo social por el que transita una población acostumbrada a la impericia institucional y la impunidad sistemática. Desde hace una década, la sociedad ha optado por la justicia por propia mano, ante la incapacidad gubernamental para hacer que la ley se cumpla. El linchamiento no es una opción ni una justificación, pero la negligencia y la omisión explica no sólo su ocurrencia sino su repetición constante en la entidad.
La sociedad se siente insegura, amenazada e indefensa. En esas condiciones, prolifera una desconfianza de los habitantes hacia sus autoridades. Hay un descrédito de la clase gobernante y los gobernados. Desde hace mucho tiempo, se perdieron los canales de articulación entre las instituciones y la ciudadanía. El Estado de México está sumido en una crisis no sólo de inseguridad, sino de procuración de justicia, y eso hace que la sociedad quiera aplicar la ley en su forma más antigua: ojo por ojo y diente por diente. Es una manera de expresar su descontento no sólo con los delincuentes sino con sus gobernantes.
Las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia han incumplido con sus tareas básicas. La población no se siente ni segura ni protegida. En el estado fallido, que se niegan las autoridades a reconocer, la sociedad prefiere retener, agredir y hasta matar a delincuentes, antes que presentar una denuncia o entregar a los criminales. Hay una crispación social que se expresa de formas indeseables. La ley que no se cumple se busca suplantar con más ilegalidad.
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Eruviel Ávila siguió la instrucción del peñismo de la semana pasada respecto de matrimonios con personas del mismo sexo. El martes próximo, en la legislatura mexiquense se aprobará las reformas al código civil que estaban congeladas hace más de un año. Los grupos vulnerables han ganado una batalla más en el reconocimiento de sus derechos humanos. La orientación sexual ya no será impedimento para reconocer legalmente la unión civil entre personas.
Mientras Eruviel ganará terreno ante las minorías y algunos sectores de izquierda, en los días por venir los grupos de derecha ejercerán la presión necesaria para frenar las reformas legales. A través de redes sociales, ha comenzado a circular una serie de publicaciones para fustigar el matrimonio gay, así como la adopción entre parejas homosexuales. El conservadurismo jugará su última carta para impedir a los legisladores mexiquenses en su apuesta progresista.
Hasta ahora, el gobierno eruvielista ha preferido que sean los rumores y la información extraoficial como la sociedad se entere de los matrimonios gays. La consejería jurídica ha sido omisa para comunicar sobre los porqués y el cómo para reconocer los derechos humanos de las minorías. Es un tema que en privado, Eruviel apoya desde siempre, pero que se resiste a reconocer en lo público, dada su cercanía con sectores de la Iglesia Católica. Prefiere nadar de muertito en tiempos preelectorales, en donde la indefinición es una postura política.
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