Entre Eruviel Ávila y Enrique Peña Nieto parece ser que la escena de ayer en Ecatepec, para llamar al priísmo a volcarse a favor del proyecto presidencial sólo es parte de una simulación. En realidad, Ávila Villegas cada vez –junto con su grupo político- se separa más del círculo rojo de su antecesor. El último conflicto fue a partir de las candidaturas a diputaciones federales, donde la mano de Peña Nieto y Luis Videgaray se impusieron a las opiniones, definiciones y postulaciones del originario de Ecatepec. Eruviel busca a manera forzada un conflicto, para tener el pretexto perfecto en lo que será la determinación de candidatos a diputados locales y alcaldes.
Eruviel vive hoy un incipiente virreinato, el cual puede verse mermado frente al eventual triunfo de Enrique Peña en julio entrante. Pero el ex alcalde de Ecatepec busca no sólo que este virreinato sea para los próximos seis años, sino que tenga el control suficiente del partido, para dentro de seis años tener el margen de maniobra para designar a su sucesor, algo que podría tornarse casi imposible, si en la silla presidencial está sentado un priísta, originario por cierto de Atlacomulco, y que buscará de nuevo encumbrar a uno de los suyos en el cargo que hoy ostenta Eruviel. Las elecciones del Estado de México por eso se vuelven un enigma frente a tanta suspicacia.
A Eruviel le interesa el proyecto presidencial de Peña Nieto, pero su prioridad es la gobernabilidad del Estado de México, y para ello requiere de las lealtades de sus amigos y la construcción de su propio grupo político. Alcaldes y diputados locales es lo que busca encumbrar Ávila Villegas a partir de julio próximo. La circunstancia no es tan sencilla, pues Enrique Peña pretende ser aún el líder político de facto, en tanto que se siente con un pie en Los Pinos, y a partir de esa circunstancia rememorar lo que significó el presidencialismo en términos metaconstitucionales. La batalla del poder político anticipa una guerra de trenes: Valle de Toluca vs Valle de México.
La convocatoria para elegir candidatos a alcaldes y diputados locales pudo emitirse por parte del PRI del Estado de México desde hace un par de semanas. El responsable de ese documento es Raúl Domínguez Rex, el dirigente estatal del PRI, que aún no asume el liderazgo político que en antaño tuvieron antecesores como Isidro Pastor y Ricardo Aguilar. La instrucción de la oficina de Eruviel, es que la convocatoria salga hasta la segunda quincena de marzo, a escasos días de iniciar las precampañas, y mediante el control de los sectores –campesino, obrero y popular- tener el manejo de quienes serán ungidos como abanderados del priísmo mexiquense.
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Carlos Alberto Pérez Cuevas busca una verdadera hazaña electoral para la causa de Josefina Vázquez Mota. El coordinador de campaña de la panista ha prometido 3.5 millones de sufragios para la elección presidencial de julio próximo en territorio mexiquense. La cifra supera en 500 mil votos a los conseguidos por Eruviel Ávila, en una elección histórica e insólita. Los sufragios proyectados superan a los que obtuvo Vicente Fox hace doce años, y a los votantes que sumó Felipe Calderón en territorio estatal hace seis, en casi 1.4 millones votos adicionales.
En contra parte, el PRI se ha propuesto conseguir 5 millones de votos, dos millones más que los obtenidos por Eruviel Ávila. Y muy por encima de los votos alcanzados por Francisco Labastida y Roberto Madrazo en el Estado de México. La cifra representa 3.2 millones de votos adicionales a los que consiguió Enrique Peña cuando ganó la elección de gobernador en 2005. Alguien está mintiendo con esas cifras abrumadoras, pues obtener esos sufragios representaría que 8.5 millones de personas salen a votar, de un padrón por encima de los 10 millones de electores, y eso que no se contemplan las cifras de López Obrador. Parece que saldrán a votar hasta los muertos.