Toluca, Edomex. 19 de abril de 2016.- El arranque oficial del proceso electoral del Estado de México ocurrirá hasta septiembre próximo, cuando la legislatura estatal emita la convocatoria para los comicios de gobernador el primer domingo de junio de 2017. Para entonces, habrán ocurrido diversos eventos políticos que decantarán la baraja de aspirantes a suceder a Eruviel Ávila. No obstante, al menos una decena de connotados priístas buscan aparecer en la lista de suspirantes, con el pretendido ungimiento. La selección de candidato se dará entre diciembre y enero próximos.
La primera aduana por la que atravesará el PRI serán las elecciones de junio entrante, para evaluar los resultados, el terreno perdido, los estados recuperados y los bastiones que pudiera retener. Con la disputa de 12 estados, del éxito o fracaso que se obtengan en las elecciones, se podrá determinar la posibilidad de retener la Presidencia de México. En esa valoración, incide la calificación de los perfiles de los candidatos que hayan obtenido el triunfo frente a quienes hayan sido derrotados.
Cuando ocurra la definición del candidato priísta por el Estado de México, el presidente Enrique Peña Nieto habrá rendido ya su cuarto informe de gobierno. Su deliberación sobre el futuro electoral de su tierra natal se concentrará en afianzar a su grupo político. Al peñismo se le ha ido ya dos terceras partes de su mandato, con una desaprobación inédita que lo pone contracorriente. La corrupción, el conflicto de interés y la violación de derechos humanos han marcado su gestión.
Para entonces, Eruviel Ávila ya habrá realizado su quinto y penúltimo informe de gobierno. Comenzará en paralelo una curva de descenso en el ejercicio del poder. Con la mente puesta en su futuro político, Ávila sabe que en la posibilidad de pedir -un nuevo encargo-, renuncia a la posibilidad de imponer -a la carta de la sucesión-. Eruviel también está envuelto por el escándalo de OHL, Tlatlaya, Atenco y demás sinsabores que manifiestan un indeseable desgaste del poder. Pese a ello, la victoria del PRI no parece estar en duda en el escenario ideal o tendencial de la entidad.
El gran desafío de quien sea el candidato del PRI a la gubernatura no transita sólo por la necesidad de garantizar la victoria del partido en el poder. Un primer elemento es considerar su amplia lealtad a quien toma las decisiones del partido pero despacha desde Los Pinos. Un segundo factor es generar condiciones de un amplio margen de victoria. Otra condicionante es su eficacia en la operación política que tenga como encomienda. La lista no está cerrada, y por lo tanto, nadie puede sentirse con la certeza de formar parte de ella. Hay quienes pueden sumarse y quienes pueden restarse.
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