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OFF THE RECORD 17-09-2024

Toluca, Edomex; 17 de septiembre de 2024.- En un parpadeo se ha cumplido el primer año de gobierno de Delfina Gómez Álvarez. Ha sido un año de claroscuros, que desde la autocrítica del Palacio de Gobierno asume que falta mucho por hacer, y no se está satisfecho con lo conseguido en doce meses. Del cambio de régimen, podría asumirse que hay algunas pinceladas que hasta ahora poco permean a la población general. Las mayores expectativas vendrán para los próximos años, sin coyunturas electorales que lo obstruyan.

 

Hoy los mexiquenses tienen un gobierno más austero. Delfina Gómez ha transitado con un aparato más discreto que sus antecesores. Ha rediseñado programas sociales para ampliar el padrón de beneficiarios. En materia de seguridad y salud se ha plegado a las políticas del gobierno federal. Una parte del círculo cercano debió afrontar una curva de aprendizaje en el ejercicio de la administración pública. Un puñado de priístas -sobre todo mandos medios- se hicieron indispensables y han permanecido en sus cargos hasta la fecha.

 

¿Qué esperar del cambio de régimen? La transformación institucional de muchas áreas que desde hace años están en quiebra o no funcionan adecuadamente. Sobran los diagnósticos de las cosas que no operan adecuadamente. No basta con voluntad política, se requiere de experiencias exitosas aplicables, modificaciones legales en otros, y hasta de recursos presupuestales. Tampoco es suficiente con ganar elecciones o derrochar el capital político. Los intereses que puede trastocar son variados y profundos, no es una tarea sencilla.

 

Por ahora, el mayor enemigo de Morena es Morena. Los grupos políticos al interior del gobierno y del partido se han confrontado de forma indeseable. Las pugnas se han hecho públicas, y no siempre se ha logrado imponer el orden. No todos los grupos de interés han sido incluidos; tampoco todos se sienten representados. Gobernar para todos no se reduce a tener una gobernadora cercana. El gabinete en su conjunto debe sacudirse egos personales. Pensar en el futuro político es un riesgo que puede hundir el proyecto de transformación.

 

Los electores siempre tienen poca paciencia. Los resultados deberán llegar pronto en lo que más lástima a los mexiquenses: las brechas de desigualdad social acentuadas por altos índices de marginación; la corrupción de su clase gobernante; la deficiente atención de la salud pública; la rampante impunidad frente a la inseguridad pública; la precarización de los empleos formales e informales; la insuficiencia oferta educativa en el nivel medio superior y superior; y otros problemas estructurales como la movilidad y el desarrollo urbano. No hay varitas mágicas para todo, pero en todo debe haber avances.

 

En un par de semanas, el gobierno delfinista entrará en una nueva dinámica de relación institucional porque habrá transición política en el gobierno federal y en la jefatura de la Ciudad de México. Lo cierto es que, el ascenso al poder de Claudia Sheinbaum a Palacio Nacional y Clara Brugada como jafa de gobierno deben ser alternativas de coordinación y de solución, y no necesariamente un pretexto. El 2025, debe notarse un cambio que no sólo sea cosmético.

 

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