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OFF THE RECORD 17-01-2025

Toluca, Edomex; 17 de enero de 2024.- A paso lento, las estructuras de poder se han comenzado a cimbrar al interior de las instituciones públicas, a partir del ascenso a la gubernatura por parte de Delfina Gómez. Asumir el control en la toma de decisiones en el Poder Ejecutivo, fue un proceso paulatino que le llevó prácticamente seis meses, mientras avanzaba de manera paralela una curva de aprendizaje que, en algunas áreas, todavía resiente la inexperiencia o la limitación de algunos perfiles políticos, técnicos profesionales. Es ahí, donde la agenda pública, mantiene con insistencia la posibilidad de que se generen nuevos ajustes al gabinete delfinista. A 16 meses de haber asumido la gubernatura, los cambios al equipo original han sido por rencillas internas, lo que provocó la salida de Andrés Andrade de la Secretaria de Seguridad; y de Paulina Moreno de la Secretaría de Finanzas.


En el Poder Legislativo, el control político morenista se ejerció desde antes. Ya en 2018, la avasallante victoria electoral, le permitió tener una mayoría parlamentaria suficiente para ejercer el control político de la Legislatura estatal. Una estructura de poder que fue ajustando su vida interna a los tiempos de alternancia electoral de hace tres décadas, permitió reivindicar a un partido dominante, ya fuese con el régimen priísta que recuperó su hegemonía tras los comicios de 2009; y que en tiempo reciente únicamente pasó la estafeta al dominio morenista que ha venido ejerciendo el poder público desde hace seis años. Sin resistencias, diversas áreas del Congreso local han sido asumidas por el grupo político dominante en el Estado de México.


Ahora toca el turno al Poder Judicial. Con una reforma legal aprobada en la víspera, vendrá la elección de jueces y magistrados por parte de los votantes mexiquenses. Morena buscará incidir en favorecer a sus perfiles más afines, y consolidar el control político, muy por encima de la división de poderes. Se trata de asumir la toma de decisiones en el ejercicio administrativo e institucional del Tribunal Superior de Justicia. No busca un control absoluto, pero sí de incidir a favor de su grupo político, de nuevas élites de la clase gobernante identificadas particularmente con el Grupo Texcoco. Antes de cumplir dos años en el mandato constitucional, el delfinismo se apresta para desmontar en su totalidad la estructura de poder del Grupo Atlacomulco.


Antes de que llegue septiembre, también acontecerá la sucesión de la rectoría de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), cuyo proceso interno llama la atención de la agenda pública. Durante el régimen priísta, el rectorado universitario también era una forma de distinguir la incidencia del gobernador en turno a favor de su grupo político. Ahí están los ejemplos de Efrén Rojas, Agustín y Eduardo Gasca, Rafael López Castañares, José Martínez Vilchis y Jorge Olvera, quienes tuvieron -o tienen- una trayectoria política tras concluir su mandato universitario. Morena deberá mandar señales de cómo procesará la elección de la rectoría, y cómo es que el régimen delfinista termina por incidir en la elección de la comunidad universitaria.


Hay otras estructuras de poder que no se deben perder del horizonte. Ahí está la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, que se ha consolidado como un «elefante blanco» durante los últimos años. Un organismo plenamente identificado con la defensa y el reconocimiento de derechos, en donde la izquierda mexicana ha acentuado -desde que era oposición- un contrapeso político a los abusos y excesos del poder público. Morena sí tiene interés en asumir el control político de la Codhem, y sólo busca el momento preciso para ejercerlo. Si Myrna García decide competir en la elección del Poder Judicial de la Federación, no habrá coyuntura más idónea para que el morenismo se instale en el organismo defensor de las garantías individuales.


En los últimos quince días, Morena y sus aliados electorales han asumido además, el poder público de 88 de un total de 125 Ayuntamientos. Ha desplazado de manera inconmensurable a la oposición  política, que ha debido replegarse y conformarse con apenas un puñado de bastiones como Villa Victoria, Coacalco, Huixquilucan, Metepec y Lerma. De los propios alcaldes morenistas -y su eventual desgaste en el ejercicio de gobernar- depende la posibilidad de que en las elecciones de 2027 se reivindique su posición hegemónica en el poder del Estado de México. 


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