Toluca, Edomex. 14 de junio de 2017.- Alfredo del Mazo tiene con claridad las lealtades y traiciones, los triunfos y los fracasos de la pasada contienda electoral. Este martes, en el priísmo mexiquense fueron citados los alcaldes priístas mexiquenses en dos bloques, para reunirse con el virtual gobernador electo del Estado de México. Del Mazo quiso reconocer ahí las victorias y las derrotas. Los ediles que arribaron al edificio del PRI mexiquense fueron divididos en dos bloques: los vencedores y los vencidos.
Del Mazo se reunió con ellos, juntos pero no revueltos, para reconocerles y agradecerles a los ganadores de la elección. Para reprocharles y regañarles a los perdedores. La elección fue compleja para todos, pero la recompensa sólo será para unos cuantos, advirtió Del Mazo. Algunos se sumarán a su equipo, a su gabinete. Otros tendrán la apuesta de la reelección. Y unos más, buscarán saltar a la legislatura federal o local. Los alcaldes triunfadores salieron sonrientes. Al mismo tiempo, los perdedores entraban cabizbajos, desolados.
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En el gobierno federal se especula sobre ajustes al gabinete peñista. Entre los enroques se anticipa que Miguel Ángel Osorio Chong se convertirá en secretario de Desarrollo Social. Eso manda un mensaje contundente: Osorio será el operador electoral pero no el candidato del año entrante. La otra enmienda, la que ocupa a los mexiquenses, adelanta la salida de Luis Miranda Nava, pero con un regreso a la tierra de origen. Miranda podría convertirse en el dirigente estatal del priísmo. Ahí vienen las campañas de alcaldes, diputados federales, locales, senadores y hasta presidente de México.
Miranda es un hombre bien visto por Del Mazo y Peña Nieto. Confrontado con Eruviel Ávila y Luis Videgaray, pero conecta con el exgobernador Montiel. El primer compadre del país tendría canales vinculantes con Del Mazo y Peña. Uno de sus hombres de mayor confianza, como responsable político y electoral de los comicios presidenciales en la tierra natal de Peña; como operador del grupo político delmacista que enfrentará las urnas. Ahí, Alfredo delineará a sus más cercanos en municipios clave y en la legislatura mexiquense. Alejandra del Moral deberá irse despidiendo.
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Andrés Manuel López Obrador tuvo siempre malos cálculos electorales. Hace casi un año, decidió que su candidata a la gubernatura sería Delfina Gómez. Una maestra modesta, de origen humilde, que sólo serviría para soportar una base de votos para proyectar la candidatura presidencial lopezobradorista. En pocos meses, Morena creció exponencialmente, y con el partido la propia Delfina. La estulticia de López Obrador lo hizo aferrarse a la candidatura de Gómez.
Sus limitaciones verbales y tibieza personal la frenaron ante el partido oficial y su candidato. Muchos apuestan a que si Morena hubiera tenido una candidatura tan fresca, carismática y creciente como Juan Zepeda, el triunfo morenista habría sido irrefrenable, irreversible. Arrepentido por su fallida apuesta, Andrés Manuel hoy busca anular la elección, sabedor de que las impugnaciones serán improcedentes por carencia de pruebas. De inicio apostó a perder, y hoy que sabe pudo haber ganado, también conoce que la anulación no procederá.
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