Eruviel Ávila Villegas ha iniciado a tomar el control político del estado. La renovación de la dirigencia del PRI pactada para el 6 de noviembre es parte de ese proceso. El peñismo no está satisfecho con las formas implementadas por Eruviel, pero es el ciclo de todo gobernador, y más en el Estado de México donde los usos y costumbres del priísmo ancestral están aún vigentes. La salida de Carlos Iriarte de la secretaría de organización fortalece el deslinde que desde ahora pretende formalizar el gobierno eruvielista, antes de que alguna bomba «electoral» les estalle en las manos, y Enrique Peña -al igual que Arturo Montiel- caiga en desgracia política.
En la secretaría general de gobierno, a cargo de Ernesto Nemer, existe el mismo procedimiento de desmarque. Todo aquello que suene o huela a Luis Miranda puede hacer fila y pasar al pago de su último cheque. La renovación inmediata de las subsecretarías de gobierno fue una circunstancia tan anunciada, como necesaria para que Nemer se rodeara de gente de su entera confianza, incluido el segundo de a bordo Efrén Rojas. En el lapso que sigue transcurriendo, los reemplazos ya alcanzaron algunas coordinaciones y direcciones generales. El equipo de Miranda Nava ha caído en desgracia, y saben que no todos encontrarán espacio en la incipiente precampaña presidencial del ex mandatario que ya despacha en Lomas de Chapultepec.
En tono de broma, en muchas oficinas del gobierno mexiquense se escucha decir: «al parecer ganó la oposición, y ni cuenta nos dimos». El comentario viene en torno a los despidos masivos que se han suscitado en cargos de primer nivel para cumplir con el pago de facturas. En áreas administrativas -de todas las secretarías existentes- se han incorporado funcionarios provenientes de Ecatepec, el municipio del que es oriundo Eruviel Ávila. De los pocos allegados al ex edil de Ecatepec que falta por integrarse a la nómina de la administración estatal es el famoso y célebre «Don Pedro», su peluquero de toda la vida. ¿Lo recuerdan?
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Quien no ceja en su aspiración presidencial es el senador Manlio Fabio Beltrones. Tras la presentación de su libro «La vida y la política», y la rasurada que le dieron diputados federales -por instrucciones de Peña Nieto a la reforma política- al eliminar la reelección de legisladores y alcaldes; el sonorense arremetió en contra de la cláusula de gobernabilidad que promueve el ex gobernador de la entidad, la cual calificó como una circunstancia que atenta con la pluralidad democrática del país. El pleito tan pronunciado ya es inocultable para las huestes priístas.
Más pronto que tarde, el originario de Atlacomulco contestó a la provocación. Al asistir al informe del gobernador de Chihuahua César Duarte, aprovechó la oportunidad para manifestar su rechazo rotundo a la reelección. Por si alguien dudaba de la existencia del diputado 501, éste levantó la mano. Por ahora, la reforma política avanza en San Lázaro pero sin reelección y sin cláusula de gobernabilidad. El conflicto interno que ha marcado dicho proceso legislativo tiene como lectura obligada la contienda interna entre Peña Nieto y Beltrones, al margen de las pretensiones, discusiones e intenciones del resto de los partidos políticos.
A propósito de la Cámara de Diputados, todo parece indicar que será este jueves cuando se definan los tres consejeros faltantes en el Instituto Federal Electoral. El PRI, bajo la presión del presupuesto, su mayoría parlamentaria y sus aliados políticos, parece llevar mano para influir en la designación de dos de los tres consejeros. El PAN tendrá a su favor la otra cuota de poder. Mientras que el PRD quedará excluido de los espacios disponibles. La ciudadanización del instituto hoy ha quedado como una mera intención de los años noventa.