Toluca, Edomex; 13 de agosto de 2024.- Ayer se celebró el Día Internacional de la Juventud. Toda la clase gobernante lanza felicitaciones a través de sus redes sociales, aun cuando los jóvenes son permanentemente excluidos de la toma de decisiones de todos los partidos políticos. Pocas candidaturas, y casi siempre en puestos secundarios, son asignadas a la renovación generacional; a menos que la carga genética juegue a su favor. Más allá de los premios que otorgan año con año, los gobiernos locales, también son pocos los programas y políticas públicas para el gran bono demográfico que hoy ocupan los jóvenes en el país, y en el Estado de México.

La partidocracia apuesta poco a las juventudes: Morena tendrá un senador con 68 años de edad, que asumió esa misma posición desde 1997. El PRI tiene una dirigente estatal que ocupó cargos de elección de forma consecutiva entre 2006 y 2024. El PAN ha pretendido normalizar que sus bastiones electorales pueden ser controlados por una misma familia durante doce años de forma consecutiva. El PRD se ha resignado a desaparecer del mapa electoral, antes que ceder el control de partido a una nueva generación. En el PT, un mismo dirigente controló el destino del partido durante los últimos 30 años sin mayor resistencia.

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José Couttolenc no tiene la mínima intención por abandonar la dirigencia estatal del PVEM. En su propósito se encuentra asumir la coordinación de la bancada ecologista en la próxima Legislatura estatal, y prevalecer al frente de la franquicia partidista que le encomendó su excuñado -Jorge Emilio González- hace casi siete años. Para ello, ha dejado correr la especie de que ha logrado una buena relación política con Eruviel Ávila y una amplia ascendencia con alcaldes y diputados electos, que le permitirían permanecer en el cargo.

El dirigente Verde pretende controlar y administrar las prerrogativas electorales que recibirá el partido el año entrante, y que crecerán significativamente con base en la votación de los más recientes comicios. Un presupuesto alto que se gasta de forma discrecional, más cuando ni siquiera habrá elecciones. Está dispuesto a compartir ese poder político, pero no necesariamente a perderlo.

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Ahora que el nombre de Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, ha salido a relucir sobre la detención de Ismael “El Mayo” Zambada -uno de los líderes del Cártel de Sinaloa-, entre los corrillos de la opinión pública se rememora que Cristóbal Castañeda -actual secretario de Seguridad del Estado de México- fue el encargado de la materia durante los últimos años del mandato del priísta Quirino Ordaz, y los primeros años del actual sexenio morenista. Lo extraño es que nadie desde la oposición haga reflexión sobre las acciones de seguridad en la entidad mexiquense. El silencio y la omisión los distinguen.