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OFF THE RECORD

Toluca, Edomex. 11 de agosto de 2015.- El Estado de México suma ya 42 visitas por parte del presidente Enrique Peña Nieto en menos de tres años de gobierno. Se consolida como la entidad más visitada en su mandato. Su cercanía con los mexiquenses no es casual. En su escenario, Peña está convencido de la necesidad de influir sobre el futuro político de su tierra natal. Aquí vive el grueso de la clase gobernante que asumió el poder político en diciembre de 2012, y por lo tanto, gran parte de los tomadores de decisiones del actual sexenio.

La mayor dificultad que ha tenido Enrique Peña es la consolidación de un grupo político propio, pero hoy por hoy ha mandado señales de que la toma de decisiones pasa por el escritorio de Los Pinos. La candidatura única de Manlio Fabio Beltrones con Carolina Monroy de Mazo da cuenta de una imposición y una restauración del régimen. La figuración presidencial ha retomado rasgos de una embestidura omnímoda. El presidencialismo peñista para funcionar requiere del Estado de México y en esa lógica se impone el 2017 y 2018.

Cada vez se puede pensar con mayor fuerza que Eruviel Ávila no decidirá nada sobre la sucesión de la gubernatura mexiquense. Por más que Ávila quiera influir en la definición de su sucesor, actualmente se ha insertado a la posibilidad de que surja como candidato presidencial. La idea inicialmente parece una broma. Lo que sí es una realidad irrefrenable es que para que Eruviel tenga alguna posibilidad de jugar en la sucesión de 2018, queda prohibida su opinión en el 2017.

Veremos que tanto influye Peña Nieto en las definiciones más inmediatas del PRI. En arranque se deberá confirmar el ungimiento de César Camacho como coordinador de la bancada priísta en San Lázaro. También se deberá considerar la coordinación de los legisladores mexiquenses. Eruviel insiste por Raúl Domínguez. Si al coordinador lo imponen desde Los Pinos, ahí se deberá enlistar a Alfredo del Mazo o Martha Hilda González Calderón. Ávila debe empezar a ceder en el ejercicio de gobierno.

Otro factor de gobernabilidad es el reparto de las comisiones legislativas. Los legisladores priístas mexiquenses deberán luchar por presidir las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública, la de Justicia, la de Comunicaciones y la del Distrito Federal. Para presidir comisiones se debe considerar al propio Alfredo del Mazo y Carlos Iriarte. Carolina Monroy está fuera de esa posibilidad. La exalcaldesa de Metepec estará concentrada en la interlocución entre Peña y Beltrones.

 Hay otros personajes, no mexiquenses, que también responderán a toda la lógica peñista. Ahí no hay que perder de vista a David López Gutiérrez, que aspira a la gubernatura de Sinaloa en disputa el año entrante; así como Francisco Funtanet, que será legislador federal del PVEM por el Distrito Federal. El mismo caso de Jesús Izquierdo, exsecretario particular de Luis Miranda. La influencia de Atlacomulco no se reduce en esencia a la naturaleza de los mexiquenses. Enrique Peña está acostumbrado a abarcarlo todo.

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