Toluca, Edomex. 09 de noviembre de 2016.- El republicano, Donald Trump se alzó con la victoria como próximo presidente de los Estados Unidos. Y el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray dirá: “se los dije”. Más allá del discurso de odio que encabeza el magnate norteamericano, el panorama financiero resulta sombrío. En las últimas horas, la cotización del peso se depreció un 13 por ciento respecto del dólar americano. El peñismo tiene una oportunidad genuina para defender aquella desastrosa reunión entre Peña y Trump hace poco más de dos meses.
Como lo adelantamos ayer en este mismo espacio, Luis Videgaray se reivindica como uno de los hombres más influyentes del peñismo. El exsecretario de Finanzas mexiquense todavía tiene un peso específico en la toma de decisiones. El futurismo político que le acercó a Peña con Trump, lo llevó a la renuncia intempestiva, pese a las resistencias del presidente mexicano. A nadie debería extrañar un retorno de Videgaray por la puerta de enfrente a un cargo de primera línea en el gabinete peñista. El triunfo de Trump lo hizo caer hacia arriba.
La victoria de Trump tendrá repercusiones políticas inmediatas. Un empresario sin experiencia electoral se impuso a una política de amplia carrera. El desgaste de la clase gobernante es un mal común: la derrota de Clinton así lo demuestra. La voluntad en las urnas en una de las democracias más avanzadas del mundo refleja el hartazgo social hacia la élite política. El triunfo de Trump, es resultado además, de un voto de castigo contra la corrupción. Es un presagio de los comicios próximos en México.
En las elecciones por venir, tanto en el Estado de México como en el país, deberán aprender la lección. Los impulsores de las candidaturas de Ana Lilia Herrera y Carolina Monroy a la gubernatura mexiquense, por el simple hecho de ser mujeres, se han topado con una derrota indirecta que afecta sus aspiraciones. A través de subterfugios electorales, Ana Lilia y Carolina acariciaban un discurso romántico para asumir que era el momento de las mujeres en la política. El fracaso monumental de Hillary en la elección estadounidense, podría incidir para que la próxima candidatura priísta por la gubernatura mexiquense recaiga en un hombre.
La andanada del voto racial, del denominado voto blanco, enciende focos de alarma ante un desprecio hacia la comunidad latina. Es ahí donde deben ponerse la atención de la relación bilateral entre México y Estados Unidos. La canciller Claudia Ruiz Massieu enfrentará un desafío apremiante. Las posiciones del gobierno trumpista que asumirá el poder en enero, modificarán sustancialmente las políticas públicas de México para construir condiciones favorables para los mexicanos indocumentados radicados en el vecino país del norte.
La política migratoria de México tendrá efectos de protección urgente, pero debe asumirse como un tema de gobernabilidad y no de rentabilidad electoral. La paradiplomacia del gobierno de Eruviel Ávila es muestra de cálculos políticos por encima de programas estratégicos a favor de los migrantes. A los migrantes mexiquenses no se les puede proteger con dádivas electorales. En principio, el gobierno estatal debería preocuparse y ocuparse para que los mexiquenses tengan oportunidades de empleo y educación en su tierra natal, antes de pensar en que salir del país sea una solución a sus condiciones de precariedad.
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