Toluca, Edomex. 9 de julio del 2024.- Ana Lilia Herrera ha comenzado a allanar el camino de su reelección. Ayer lunes, inició con reuniones en privado y por separado con alcaldes electos, a quienes les cobrará la factura política para que apoyen su permanencia en el cargo de dirigente estatal, al que llegó por imposición de la dirigencia nacional en diciembre pasado. En la estrategia electorera, también deberá reunirse con el puñado de diputados locales y federales que lograron ganar un espacio en los comicios del 2 de junio. Herrera piensa y opera en su futuro personal.

Fuera de esa convocatoria estarán exgobernadores y exdirigentes del partido, quienes ya han mostrado resistencias a la reelección priísta. Por eso Ana Lilia transita por la vía fácil, porque alcaldes electos como Mario Santana -va por su quinto trienio en Villa Victoria- coinciden con eternizarse en el cargo y hacer del ejercicio del poder una forma de vida permanente. Herrera prefirió renunciar a su congruencia personal y a sus propios vínculos políticos, y plegarse a Alejandro Moreno, quien no necesariamente le garantiza lealtad política.

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El alcalde de Toluca, Juan Maccise ha decidido tener un cierre de trienio con bajo perfil político. Una vez que han salido de prisión Raymundo Martínez y Andrés Vergara, se han reavivado los grupos de interés político y económico que los llevaron a la presidencia municipal de la capital mexiquense. En los siguientes cinco meses, vendrá un proceso de transición, que también exigirá al presidente en funciones, entregar información financiera y administrativa de los últimos tres años del gobierno local.

Una de las áreas más observadas será el DIF municipal, donde se originó el conflicto familiar entre Raymundo y su exesposa Viridiana Rodríguez; y que más tarde estuvo encabezada por el hijo del exalcalde, Raymundo Martínez Zendejas. Y a pesar del orden financiero que ha pretendido establecer Maccise, hay circunstancias donde no ha logrado incidir, por ejemplo, los operativos del personal de tránsito que permanece en las calles, y en muchos casos extorsiona a los automovilistas. Un área de oportunidad para el nuevo gobierno municipal.

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Óscar González Yáñez ha perdido el control político del Partido del Trabajo, una franquicia personal que utilizó a su antojo a lo largo de 30 años para beneficiar a sus amigos más cercanos. En la coyuntura actual, su única apuesta podría ser mantener su buena relación con la gobernadora Delfina Gómez, y preservar los espacios de poder público conseguidos desde septiembre. Desde la dirigencia nacional, y cada vez de forma más tangible, será desplazado de la toma de decisiones de la vida interna petista. Se acabó su reinado absoluto.