Toluca, Edomex; 6 de
diciembre de 2024.- Luz María Hernández -dirigente estatal de Morena, para quienes
de plano no la ubiquen por su escueta trayectoria política- se reunió con Horacio
Duarte. Sin que haya elecciones cercanas, el gobierno delfinista da un espaldarazo
a la nueva dirigencia del partido guinda. A pesar de las intrigas palaciegas,
para declarar vencedores y vencidos, está claro que la toma de decisiones del
partido tiene una ascendencia desde lo nacional. Pero también resulta
fundamental respetar y seguir la línea de la gobernadora, por eso era prioritario
el triunfo de alguien que entendiera la subordinación como premisa en la tarea partidista.
El régimen de la
transformación reniega del PRI, pero como se le parece. Una vez que ha transcurrido
un año en el ejercicio del poder, Delfina Gómez debe asumir que los compromisos
políticos ya se cumplieron. Ya puede -y también debe- sacudirse a más de un
lastre en su gabinete. Es el momento de que nadie, ni los de casa, pretenda
saltarse las formas y los tiempos de su mandato.
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La abrupta renuncia de
Ana Lilia Herrera a la dirigencia estatal del PRI ha destapado las pugnas
internas entre los grupos políticos. Ha comenzado una doble rebatinga: están
quienes ya levantan la mano con el propósito de hacerse del control partidista
y sus escasas finanzas para los próximos años. Y otro puñado de priístas que asumen
esta coyuntura como el pretexto ideal para abandonar el barco, y aparecer
mañana en las filas de Morena o el PVEM. No hay nadie que contenga la fractura
o la desbandada de lo que resta del tricolor.
A la brevedad, otra vez
Alito Moreno deberá designar una presidencia provisional. Eventualmente,
convocará a la elección estatutaria de la dirigencia priísta mexiquense. Conociendo
el talante y el alto rencor hacia el delmacismo, a nadie podría sorprender que
se reconsidere la coordinación de la bancada del PRI en el Congreso local, hoy
encabezada por Elías Rescala. Por ahora, el compadre de todos los priístas ha
mostrado su respaldo a la próxima dirigencia sea quien sea. Detrás de la
renuncia de Ana Lilia hay mucho por conocer.
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Juan Maccise rindió su
informe de gobierno como alcalde de la capital mexiquense. En apenas tres
semanas, concluirá su gestión como presidente municipal, cargo al que llegó
accidentadamente por el encarcelamiento de Raymundo Martínez. Se va con más
pena que gloria. Una ciudad repleta de baches, con escasa obra pública, una
percepción de inseguridad constante y una muy represiva tarea de agentes de
tránsito. En lo político, se advierte que incumplió acuerdos con la clase
gobernante que lo instaló en el Palacio Municipal. Y al interior del priísmo,
nadie se quita la idea de que está más cerca de Morena que del partido que lo
llevó a ser diputado local y presidente municipal sustituto.