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OFF THE RECORD

Toluca, Edomex; 4 de julio de 2019.- El desastre de la CONADE no es un asunto novedoso. Desde siempre, los deportistas de alto rendimiento han acusado falta de apoyo. Mientras que el deporte federado ha mostrado una corrupción insostenible. En la historia reciente, al interior de la Conade, el mayor desastre lo encabezó Alfredo Castillo Cervantes -uno de los hombres consentidos del peñismo-. Algunas inconsistencias detectadas en la gestión del exprocurador mexiquense está la contratación con 21 proveedores de distintos bienes y servicios, que no están registrados ante el SAT, por 262 millones de pesos durante 2017.

Apenas en febrero pasado, se puso en evidencia un sobreejercicio respecto del presupuesto 2017 que había autorizado la Cámara de Diputados Federal para la Conade, el cual ascendía a 560 millones de pesos, pero Castillo Cervantes elevó el gasto en 90 millones de pesos –es decir, ejerció un excedente de 16 por ciento, para gastar 650 millones- sin proporcionar la documentación que lo soporte. Alfredo, sin experiencia en el ramo deportivo salvo su afición por el tenis y el raquetbol, tuvo un paso incierto por la Conade aún pendiente.

El extitular de la Conade, ha ido solventando una a una de sus observaciones. Lo mismo se defiende en las instancias oficiales que en las acusaciones mediáticas, con argumentos burocráticos sobre su paso por la dependencia federal. Lo cierto es que, resulta ingenuo pensar que el problema del deporte amateur y de alto rendimiento tiene seis meses de surgimiento. Ya sea la inexperiencia de los exatletas en el ámbito gubernamental, o el desdén de la clase política por el deporte, pero esta asignatura tiene un pasado muy oscuro para el país.

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Ha pasado una semana de que arrancó el proceso interno por la dirigencia nacional priísta, y ningún candidato con registro oficial ha visitado el Estado de México, a pesar de que aquí existen un millón de militantes con derecho al voto. Contrario a lo que ocurría en el sexenio peñista, donde la cuna mexiquense era un referente político, ahora todos buscan desmarcarse de la élite más defenestrada del país: el Grupo Atlacomulco. Ni Alejandro Moreno ni tampoco Ivonne Ortega han tenido un evento público en la geografía estatal.

A la fecha, nadie conoce quién de la clase política apoya a una u otra fórmula, a pesar de que uno de cada seis votantes es mexiquense. Quien ha tenido un poco más de acercamiento con Atlacomulco es “Alito”. El exgobernador de Campeche nombró en primer lugar a Héctor González Escobar como su coordinador de prensa. Y en el arranque de su proselitismo designó al queretano Paul Ospital como el vocero de la campaña. Ospital fue secretario particular de César Camacho, y estuvo casado por corto tiempo con Alejandra del Moral.

En contraparte, Ortega ha marcado un distanciamiento absoluto con el delmacismo, a quien achaca gran parte de la “cargada” a favor de Moreno. Hay que recordar que Ivonne ya fue secretaria general del partido, durante la dirigencia de César Camacho. En ese mismo periodo, José Encarnación Alfaro -su compañero de fórmula- fungió como secretario de Organización del CEN priísta. Además, Alfaro también fue operador electoral durante el montielato en tierras mexiquenses.

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