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OFF THE RECORD 01-10-2024

Toluca, Edomex; 01 de octubre de 2024.- El fin del sexenio de López Obrador podría marcar un antes y un después desde diversos escenarios políticos. Más allá de sus formas y acciones de gobierno, lo que dejará una huella indeleble para el Estado de México es haber posibilitado la derrota del PRI, y particularmente del llamado Grupo Atlacomulco, que hoy se encuentra desdibujado. El ascenso al poder de Delfina Gómez ha significado una recomposición a favor de un grupo político hoy enquistado en el poder público. El gran pendiente es construir un cambio de régimen, aunque esta consideración se pone en duda, cuando se rodea de liderazgos del pasado inmediato.

 

El lopezobradorismo ha sido artífice de facto o con acciones tangibles de la defenestración política de los últimos tres gobernadores priístas. Enrique Peña Nieto vive en el autoexilio en España desde hace seis años, aunque sea posible su regreso a México, su retiro de la vida política es una realidad irrebatible. Eruviel Ávila ha preferido plegarse al proyecto de la 4T, aunque transita como apestado en las filas del Partido Verde, sin la ascendencia que alguna vez alcanzó como gobernador mexiquense. Alfredo Del Mazo está desaparecido de la escena pública, y aunque hay quien insiste en instalarlo en el morenismo, su carrera política ha tomado una pausa impensable para cualquiera de sus antecesores.

 

Para los morenistas, la buena fortuna está a su favor. Se encuentran en la pinche plenitud del poder, como diría la máxima del priísmo veracruzano. Una nueva clase política se ha empoderado del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo. El Grupo Texcoco ha sustituido al Grupo Atlacomulco. No es un grupo homogéneo, pero sí es un puñado de liderazgos políticos que han asumido que el poder público es tan extenso y dispendioso que alcanza para todos. Su mayor desafío es entender que la base del éxito es la unidad en torno a su gobernadora -como lo ejercieron los priístas durante décadas y que cuando se dividieron, perdieron-; y la segunda, es asumir que no hay victorias eternas.

 

La izquierda se alista para su segundo sexenio en el gobierno federal. Y arrancará el segundo año en el sexenio delfinista. Lo cierto es que hay muchos expriístas y expanistas que entienden muy poco de ideologías, y han aprovechado la coyuntura morenista para su beneficio personal. Ahí, se enlistan secretarios, subsecretarios, diputados federales y locales, alcaldes, síndicos y regidores. No todos son tan puristas como asumen los estatutos partidistas. Por encima del pragmatismo de ganar elecciones, puede ser un buen momento de depurar la base de datos de quienes dicen formar parte de la 4T.

 

La oposición no ata ni desata. Transita por la autocomplacencia. Las dirigencias de hoy, son los responsables de las derrotas de ayer. Con los mismos liderazgos, las mismas narrativas y los discursos agotados, difícilmente podrán avanzar para ganar adeptos y votantes. Seis años en los que no aprendieron a ser oposición, ni fueron capaces de construir candidaturas competitivas. Las elecciones todavía están muy lejanas, pero no hay nada que permita pensar que aprendieron la lección, y que pronto se volverán competitivos.

 

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