Redacción
Estudios emprendidos por la Universidad Autónoma del Estado de México determinaron que aun cuando en el país las ofertas educativas benefician más a los varones que a las mujeres, es decir, tienen niveles escolares más altos; esta situación no implica la obtención de empleos mejor remunerados.
Las especialistas Diana Lahoz, Verónica Vázquez García y Emma Zapata Martelo explicaron que bajo un ámbito de pobreza, los ingresos femeninos son mayores y más estables que los de los hombres, pero ellos tienen más patrimonio, lo cual aumenta su capacidad de endeudamiento.
Indicaron que a diferencia de los hombres, las mujeres no gozan de tiempo libre o de esparcimiento, ya que si cuentan o no con empleo, las exigencias del hogar y los hijos se les adjudican únicamente a ellas.
Los expertos agregaron que la oportunidad de que en un contexto de pobreza las féminas se desarrollen como figuras públicas es nulo, en parte, por la carga laboral y, otro tanto, por las prescripciones culturales que permean en dichas zonas marginadas.
Respecto a otros fenómenos en torno a la pobreza y cómo la sufre cada género, los expertos afirmaron que el abuso del alcohol no está socialmente penalizado, circunstancia que contribuye a consolidar un proyecto autoritario de masculinidad.
Para las mujeres, por otra parte, al vivir bajo una situación de dependencia y vulnerabilidad, su única tabla de salvación es el subsidio limitado del Programa Oportunidades, el cual les absorbe tiempo, impide educarse o emplearse en alguna actividad.
Para finalizar, explicaron que los resultados muestran diferencias de género en todas las necesidades básicas (subsistencia, protección, entendimiento, ocio, participación, libertad, afecto e identidad), así como en las capacidades de mujeres y hombres para satisfacerlas; estos datos, sin duda, deben coadyuvar e incidir en el diseño de políticas públicas.