Redacción
La lucha contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Felipe Calderón ha abierto el fuego electoral rumbo a los comicios de 2012. Pese a negar sus dichos, el Presidente de México ha asegurado e insinuado que el regreso del PRI a Los Pinos podría suponer -bajo determinadas circunstancias- negociar con el narcotráfico en detrimento del supuesto combate frontal emprendido por su gobierno contra el crimen organizado.
En lo inmediato, los priístas han respondido a tales acusaciones que califican de irresponsables. Como ocurre desde hace más de un par de años, los liderazgos del priísmo reconocen en Calderón un jefe del PAN, por encima de sus facultades como jefe de Estado, inmerso en la sucesión presidencial, y cuyas declaraciones de descalificación al PRI pretenden influir en los comicios presidenciales del año entrante.
El aspirante presidencial priísta, Enrique Peña Nieto sostuvo que dentro del PRI no se distraerán con provocaciones, vengan de donde vengan, en alusión a los dichos de Calderón. Por su parte, el senador Beltrones secundó al ex mandatario mexiquense, al asegurar que la aplicación de la ley no puede sujetarse a negociaciones.
El vicecoordinador del PRI en San Lázaro, José Ramón Martel adelantó que este martes abrirán el debate en la agenda política de la sesión en la Cámara de Diputados para exigir que Calderón se abstenga de intervenir en los comicios presidenciales, tal y como ocurrió en el mandato de Vicente Fox, que a la postre benefició al abanderado panista hoy en el poder.
Por su parte, Francisco Blacke Mora, titular de Gobernación insistió en que las declaraciones caderonistas fueron sacadas de su contexto, al tiempo de confiar en la intensa colaboración entre gobiernos locales y federal para hacer frente a la delincuencia organizada.
Lo cierto es, que el PAN ha enfilado sus baterías hacia el PRI, quien representará dentro de la contienda electoral de 2012 el «nuevo peligro para México», apelativo que dieron los panistas a Andrés Manuel López Obrador para frenar su ascenso en las preferencias electorales de hace un sexenio.
Los priístas han insistido que su rechazo es hacia la estrategia calderonista de combate al crimen organizado, la cual carece de un diagnóstico certero, y sólo ha generado mayor violencia. Del lado contrario, el PAN ha mantenido la hipótesis de que la criminalidad prevaleciente en el país es responsabilidad de los gobiernos locales -representados por gobernador priístas- que no han contribuido a la confrontación de criminales en diversas partes del país.
El debate apenas comienza, pero lo dicho por Felipe Calderón se enmarca en el contexto del inicio del proceso electoral federal para desprestigiar al partido puntero en las encuestas. Mientras que el PRI por más que se defiende a ultranza de las acusaciones, arrastra un lastre difícil de borrar en el imaginario colectivo. La guerra sucia ha comenzado.