Ricardo Moreno**
Marchar y manifestarse en paz es el recurso que tiene toda persona para expresar sus ideas, sus apoyos o disentimientos con el gobierno. Los regímenes autoritarios reprimen o proscriben las marchas o manifestaciones que les son adversas, pues piensan que en ellas se inocula la derrota de su proyecto o la sublevación del pueblo.
En America Latina durante las décadas de los años 70’s y 80’s del siglo pasado, eran comunes las dictaduras de derecha que impulsó o apoyó el gobierno norteamericano en el marco de la Guerra Fría en su combate contra el “comunismo” y la conformación de bloques en un mundo bipolar.
Nuestro país no fue ajeno a ello. Muchas marchas y manifestaciones fueron disueltas a palos o, en el caso más extremo, con la matanza de Tlatelolco en 1968 y el halconazo de 1971. Pero éstas no fueron las únicas. Ahí están la lucha de los maestros en 1959 o el Movimiento Ferrocarrilero encabezado por Valentín Campa y Demetrio Vallejo en ese mismo año.
La democracia lleva implícito el derecho a la libre manifestación de las ideas y la libertad de reunión. Sin ellas, no puede existir democracia legítima ni elecciones libres. Por eso es muy afortunado que se puedan expresar las ideas y los proyectos en las calles con toda libertad y sin coacción alguna.
Hace unos días la derecha mexicana lo hizo sin ningún contratiempo; en paz y sin sobresaltos. Nada que no fueran sus consignas en las que legítimamente cree y trata de impulsar. La izquierda, en consecuencia, tiene el mismo derecho y lo hará este 27 de noviembre. Lo hace a convocatoria del Presidente de la República para dar cuenta al pueblo de México y a sus simpatizantes de los logros alcanzados por su gobierno. Lo hace también para erradicar conductas deleznables y retrógradas que algunos fanáticos han utilizado y que resultan clasistas, racistas, intolerantes y, sobre todo, lanzadas con una frenética retahíla de mentiras y odio.
Los dirigentes de la rancia aristocracia que saqueó durante décadas el erario público han llamado a sus militantes a incorporarse a la marcha convocada por AMLO y mezclarse con playeras rosas o blancas en una clara provocación. Esa derecha requiere confrontación física, sangre y tal vez alguna muerte para llamar la atención y decirse agredidos por el régimen.
Se equivocan, la marcha y el movimiento de la 4T son y han sido pacíficos. Sabemos que el precio de la confrontación siempre lo pagan los más débiles y que aquellos potentados que promueven o promoverán la violencia solo observarán desde la comodidad de un sofá la sangre derramada. Por eso no se debe caer en la provocación y no hay que enfrentar al pueblo con el pueblo.
Las perversas intenciones de quienes han visto sus intereses menguados no tienen límites tal y como lo expresó José Antonio Fernández “el diablo” Director General de Grupo FEMSA después de tener que pagar los impuestos que legalmente le correspondían: “invertiré el doble o o el triple con tal de derrocar a este gobierno”. Su plan ya está en marcha junto con otros personajes de esa misma aristocracia herida.
Por eso simplemente no hay que caer en provocaciones. Porque como dijo El Cid campeador: llegaron los sarracenos y nos molieron a palos que Dios ayude a los malos siempre y cuando sean más que los buenos.
Hebe bonafini in memoriam.
** Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de MORENA ante el instituto electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca de 2019 a 2020.