Ricardo Moreno**
Nadie quiere desaparecer a la autoridad electoral ni tampoco convertirla en un apéndice del gobierno. Mentira que se quiera desaparecer al Instituto Electoral del Estado de México (INE) y volver a la época en la cual la organización de las elecciones recaía en la Secretaría de Gobernación.
Nunca como antes, se ha intentado montar una monumental mentira señalando que la Reforma Electoral presentada lleva ese propósito. La reforma en el fondo, busca fortalecer algunas de las facultades que tiene el INE y dotarlo de total autonomía en sus decisiones. Se trata del cómo de un órgano constitucional autónomo encargado de llevar a cabo la organización de las elecciones y de las consultas, los titulares son electos.
Se propone que el mecanismo de elección sea directamente y no como hasta la fecha se ha hecho; por designación en la Cámara de Diputados, a través de un proceso de agandalles y aparcelamientos de ese órgano del Estado.
En el seno del Consejo General del INE, se han enquistado grupos de poder que militan directa o indirectamente en partidos políticos. La gran mayoría de ellos actúan con una doble moral, pues se dicen químicamente puros pero abiertamente lanzan acusaciones y proyectos de resolución en contra de partidos y candidatos. Ahí están los canales de los debates del Consejo General del INE, donde se plasma lo que aquí afirmo. Ahí están la gran cantidad de artículos de esos que hoy defienden el actual modelo, en los que afirman que determinado consejero es del grupo de José Woldemberg o al de Adriana Favela o bien, relacionado con priistas, panistas o perredista.
La derecha no está defendiendo ni la democracia ni al INE, esa es una estratagema mediática. Lo que defiende es la parcela; el pedazo de poder que tienen dentro de esa institución y que les posibilita salir airosos de quejas y denuncias presentadas en su contra. Lorenzo Córdova no es, ni por mucho, un árbitro en la contienda. Su principal tarea ha sido la de crear y proponer procedimientos y acuerdos que se extralimitan en las funciones del INE y que buscan obstruir la operatividad y la toma de decisiones de los partidos políticos distintos a los de la “Alianza va por México”, que son, quienes en el fondo, le dan órdenes.
La Reforma Electoral busca, entonces, dejar la facultad de nombrar a los titulares de las competencias electorales del país en manos de la ciudadanía. Busca limitar sueldos, salarios y actividades que se duplican en el sistema electoral entre las autoridades electorales federales y locales. La reforma no es perfecta, desde luego, pero en el corazón está desmontar el régimen de simulación que se ha mantenido durante décadas en el INE y otras instituciones electorales.
Las desviaciones originadas en el pasado por todos los partidos deben ser corregidas. El actual INE no es un dechado de perfección electoral y el baladí argumento de que esa autoridad electoral reconoció el triunfo de López Obrador demuestra su imparcialidad cae por su propio peso. Al INE no le quedó de otra, como tampoco le quedó de otra a la derecha iracunda que fue sepultada por millones de votos. No se podía hacer más para revertir lo inevitable, aunque ganas no les faltaron.
* Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de MORENA ante el instituto electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca de 2019 a 2020.
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