Redacción
Toluca, Edomex. 28 de febrero del 2015.- Ingresar artículos prohibidos a las cárceles mexicanas pareciera ser algo sencillo o rutinario. Los niveles de corrupción que se viven en estos sitios permiten que los reos puedan acceder a objetos que les ayuden a sobrellevar, de mejor manera, el tedio de permanecer en un mismo lugar largos periodos de tiempo.
Sólo a través de la corrupción o de la alta permisividad de los directivos de los centros penitenciarios se puede entender cómo es que cada seis meses se encuentran decenas y decenas de artículos prohibidos en las celdas de los internos en los penales mexiquenses.
Hace ocho meses, la entonces Secretaría de Seguridad Ciudadana (SCC) reportó que en una revisión sorpresa al penal de Barrientos, en Tlalnepantla, uno de los más sobrepoblados de la entidad, se ubicaron 26 televisiones, por mencionar algunos objetos prohibidos.
Hoy, la misma dependencia, ahora convertida en Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana(CESC) reporta que en ese mismo centro penitenciario se encontraron 18 televisiones y 12 pantallas para dar un total de 30, es decir más que las decomisadas en noviembre pasado en las celdas de Barrientos.
Pero no sólo fueron televisiones las que se localizaron dentro de las celdas en el penal de Barrientos, también se hallaron bocinas, licuadoras, planchas, sartenetas, grabadoras y cientos de discos compactos.
Introducir estos aparatos a la cárcel resultaría imposible si no hubiera corrupción o permisividad de los directivos. Nada de esto podría ingresar a los penales sin ser vistos, por lo que es sencillo inferir que todos estos electrodomésticos fueron ingresados con el consentimiento del personal de custodia o del director del penal.
Familiares de reos han admitido a Plana Mayor, que en muchas ocasiones se hacen gestiones con el director del penal, sea Barrientos u otro 22 existentes en la entidad para poder ingresar algún aparato de este tipo.
La televisión, la pantalla, el reproductor del DVD , etcétera, entran a las celdas con permiso de las autoridades, quienes incluso extienden un sello o firma para que los custodios no los decomisen después.
Eso sí, cuando hay revisiones sorpresa, los sellos y las tarjetas con la firma del director para tener por un tiempo determinado estos aparatos en las celdas, desaparecen como por arte de magia y nadie sabe, ni supo cómo fue que ingresaron estos aparatos a los centros penitenciarios.
Además de electrodomésticos, es común ver dentro de los penales cigarros, refrescos, marihuana al interior de los penales, que son traficados por los internos. Un cigarro te puede costar 20 pesos; un refresco hasta 40 pesos y un churro de marihuana hasta 50 o 100 pesos.
Lo cierto es que cuando la autoridad informa del decomiso de estos objetos prohibidos en las cárceles nunca revela cuántos custodios o directivos son sancionados por permitir el ingreso de todo esto a los penales.