Un presidente de facto Francisco Ledesma
Durante los últimos tres años se mantiene como el político que apuntala las encuestas presidenciales de 2012. Se puede o no estar de acuerdo con sus ideas, con su forma de hacer política, con sus vínculos ideológicos, partidistas, empresariales y de poder. Lo cierto es que sin serlo, ya actúa como un Presidente de facto, y al interior de su partido mantiene un poder inconmensurable ni siquiera comparable con el antes todopoderoso coordinador senatorial Manlio Fabio Beltrones Rivera.
Con una incipiente y vertiginosa carrera política que se reduce a once años de vida pública, Enrique Peña Nieto se encuentra en la antesala de Los Pinos y recuperar para su partido la tan anhelada silla presidencial. Sin embargo, desde ahora mueve los hilos desde el interior de su partido. En un PRI que se encuentra dividido en dos facciones, la peñista parece ganarle poco a poco y palmo a palmo la partida a la beltronista.
Apenas el año pasado, cuando se preparaba la salida de Beatriz Paredes de la dirigencia nacional del priismo. Con un madruguete magistral y magisterial, Humberto Moreira levantó la mano para presidir al PRI, bajo el padrinazgo de Elba Esther Gordillo, y el respaldo del mexiquense. La relación entre la maestra y la entidad se remonta a los aciagos años del TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo) cuando Elba Esther Gordillo hacía mancuerna con Arturo Montiel.
De tajo, la jugada que favorecía a Moreira, dejaba en el camino a Emilio Gamboa Patrón, líder de la CNOP y respaldado por Beltrones. El ex secretario particular de Miguel de la Madrid no tuvo más remedio que sumarse a la candidatura del profesor del nivel básico, convertido en un bailarín que pretende conducir al priísmo en su regreso a Los Pinos.
Con la asunción de Moreira, Peña Nieto ha dado otros pasos firmes. Apenas la semana pasada, ha mandado como representante personal a Ricardo Aguilar como secretario de organización del CEN. Y ha traído a tierras mexiquenses a Miguel Ángel Osorio Chong como delegado del CEN del PRI en la entidad. El entramado parece una jugada de ajedrez para que Peña Nieto vaya allanando el camino entre los priístas y tomar por asalto el poder hegemónico.
Moreira no actúa como dirigente del PRI, sino como un empleado más de Peña Nieto, y un subordinado leal de Elba Esther Gordillo.
Mientras se ocupa de la elección de su sucesor, y hace todo lo posible para que se haga realidad lo deseable -que Eruviel Ávila gane holgadamente los comicios de Julio-, esa circunstancia no lo distrae de mantener el poder en la Cámara de Diputados Federal. Con 45 legisladores de un total de 500, posee cerca del 10 por ciento del Poder Legislativo en sus manos. Y mantiene un margen amplio de operación política para que las decisiones que ahí se tomen le favorezcan en su ambición legítima de ser el sucesor de Felipe Calderón.
Hasta la legislatura pasada, el PRI mexiquense contaba con7 diputados, y presidía dos comisiones: Comunicaciones y Transportes; y Justicia. La primera estaba en manos de Gustavo Cárdenas, la segunda a la cabeza de César Camacho Quiroz. Hoy las mantiene con Ignacio Rubí y Humberto Benítez.
Para la actual legislatura, la fracción peñista se hizo de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública en la figura de Luis Videgaray Caso. En el tramo del tiempo, Rubén Moreira –hermano de Humberto- decidió competir por la gubernatura de Coahuila y dejo vacante la comisión legislativa de Derechos Humanos, y al asalto de la misma, asumió la presidencia Alfonso Navarrete.
En la recién rotación política, Videgaray Caso abandonó la legislatura y asumió la presidencia estatal del PRI. Ni tardo ni perezoso Peña Nieto operó lo suficiente y lo necesario, para que se respetaran sus posiciones políticas. Pese a la oposición de PAN y PRD, y las ambiciones internas del priísmo; Peña logró atajar los embates y dejó en la comisión de Presupuesto a Navarrete Prida; mientras que en Derechos Humanos lanzó a Manuel Cadena.
Su poder en el Estado de México es incuestionable como Gobernador de la entidad. Pero su operación política, y la capacidad en que liderazgos políticos del país le rinden tributo como si fuese esa mítica figura presidencial, lo convierten en un Presidente de facto, sin que eso signifique que sus decisiones sean las más atinadas, o las más eficientes.
Simplemente tiene el poder, y lo ejerce. Y hay un puñado de gobernadores que así lo atienden, y lo legitiman. Ahí se suman Ivonne Ortega, Rodrigo Medina, José Calzada y Francisco Olvera. Aunque hay mandatarios que le recuerdan que Peña Nieto y su efecto no es invencible: Malova, Gabino Cué y Rafael Moreno Valle se lo recuerdan a cada instante.
La tenebra
En el partido que dice que todos caben, y que habrá un gobierno incluyente, hay invitados especiales (sus gobernantes) y militantes (el voto duro). Y esa fragmentación se hace evidente en sus eventos. Pero también hay periodistas de primera –sus afines- (Rafael Cardona, Yazmín Alessandrini y Elisenda Domínguez) y periodistas de segunda (corresponsales, reporteros y fotógrafos). Los lugares asignados en sus ceremonias así lo prueban.