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El Manual de Maquiavelo 30-06-2023

Francisco Ledesma / El otro infierno electoral

Tan pronto como rinda protesta en calidad de gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez Álvarez tendrá una enorme responsabilidad electoral al interior de Morena, con la mira puesta en las elecciones de 2024. Para el movimiento social que representa, la prioridad de la virtual gobernadora no se concentrará en cumplir sus promesas de campaña ni hacer un buen gobierno, sino en demostrar su operación política en los comicios presidenciales.

 

Desde aquí, se convertirá en uno de los artífices políticos que deberá contribuir en gran medida con el eventual triunfo de su partido en las elecciones presidenciales; y deberá dar un aporte sustancial al Plan C, determinado como la estrategia por ganar una mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.

 

Para que Gómez Álvarez demuestre que su victoria no fue producto de la casualidad, como mandataria del estado más poblado del país; y en una elección de extrema polarización como la que se advierte en junio del año entrante, se estima que el ganador obtendrá en promedio 30 millones de votos.

 

En esa ecuación, la entidad mexiquense deberá aportar entre el 10 y el 15 por ciento de los votos; es decir, cerca de 3.5 millones de sufragios, lo que implicaría una cifra superior a la conseguida por la texcocana el pasado 4 de junio.

 

En esa misma lógica, se debe considerar que el Estado de México es la entidad con mayor número de distritos electorales federales, con un total de 40 demarcaciones. En legisladores de mayoría, el aporte de los mexiquenses representa el 13 por ciento de quienes llegan por voto directo a San Lázaro.

 

Actualmente, desde el Estado de México, Morena contribuye con 18 legisladores de mayoría, y el PT con 3; cifra insuficiente para la mayoría absoluta. Ya con una gobernadora desde su filiación política, la exigencia será que Delfina Gómez pueda ganar entre 25 y hasta 30 distritos electorales; y a esa cifra, puedan sumarse otros legisladores de representación proporcional.

 

En la elección concurrente de su lado; y luego de los triunfos obtenidos por Morena en la votación estatal de 2017, 2018, 2021 y 2023, parece un asunto obligado, que el morenismo mexiquense alcanzará la victoria de la elección senatorial; lo que permitirá también abonar a la mayoría en el Senado de la República para ratificar la hegemonía de su partido para los próximos seis años.

 

Como en los viejos tiempos, quien gane la candidatura presidencial morenista en septiembre próximo, parece destinado a convertirse de facto en el presidente de México; ante el desorden y la desorganización que adolecen en el bloque opositor. Sin embargo, el mayor desafío vendrá para los gobernadores que tienen origen en la misma filiación política y su aporte electoral al movimiento.

 

La evaluación presidencial respecto de sus gobernadores no consistirá en quién haya diseñado las mejores políticas públicas para combatir la pobreza o evitar el endeudamiento de sus finanzas. La capacidad de éxito estará determinada por su capacidad de triunfo y la brecha de ventaja que marque esa victoria.

 

En paralelo, si Delfina Gómez alcanza las metas de votos y de ganar con absoluta contundencia la elección de diputados federales, también habrá dado un paso gigantesco en la gobernabilidad de su mandato, en la que está proyectado ganar al menos entre 30 y 35 diputados locales; y entre 55 y 60 alcaldías. Todos esos cargos públicos en disputa para los comicios concurrentes del año entrante.

 

Desde ahora, Delfina Gómez deberá diseñar la estrategia necesaria que le permita cumplirle al presidente López Obrador; y al futuro presidente, en caso de ser morenista, a partir del semillero de votos que significa el estado. La planeación y ejecución de su gobierno puede esperar para un año que no sea electoral.

 

La tenebra

En Texcoco asumen que toda la responsabilidad electoral transita por Morena y sus tribus exportadas de la idiosincrasia perredista. Y que los sobrevalorados aliados del PVEM y del PT, vivieron un espejismo de transferencia de votos, que hoy los tiene perdidos en la soberbia.

 

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